La incertidumbre sigue dominando el panorama económico internacional. Aunque finalmente el crecimiento económico en 2023 ha sido algo más intenso de lo esperado, el ritmo de aumento del Producto Interior Bruto (PIB) se está desacelerando, a consecuencia del endurecimiento de la política monetaria, del débil crecimiento del comercio y la menor confianza de consumidores y empresas. Todo apunta a que la economía mundial crecerá algo menos en 2024, al tiempo que la inflación, aunque menor, seguirá en cotas elevadas.
La economía ha crecido más de lo esperado en 2023
El último informe estima un crecimiento de la economía mundial en 2023 cercano al 3%, más de medio punto superior a lo que se esperaba hace un año, cuando se anticipaba que la inflación persistente, el deterioro de la confianza y el endurecimiento de las condiciones financieras lastrarían la actividad con mayor intensidad. En EE.UU. el crecimiento será casi 2 puntos porcentuales (p.p.) superior a lo previsto a finales de 2022, mientras que en la Zona Euro la actividad ha mostrado una mayor debilidad.
La economía europea ha perdido impulso a lo largo de 2023, registrándose una ligera contracción en el tercer trimestre. Según apuntan las proyecciones del Banco Central Europeo, es probable que el endurecimiento de las condiciones de financiación y la atonía de la demanda exterior sigan lastrando la actividad económica a corto plazo, con unas perspectivas de mayor debilidad de la construcción y las manufacturas, los sectores más afectados por la subida de los tipos de interés.
La economía española crece a mayor ritmo
En este contexto, la economía española es la que más ha crecido entre las principales de la Eurozona, estimándose un aumento cercano al 2,5% para el conjunto de 2023 (en torno al 0,5% en la Zona Euro). Esto se ha debido al mayor crecimiento de lo previsto en la primera mitad del año, sustentándose este avance tanto en la demanda interna como en la aportación del saldo exterior.
Sin embargo, el debilitamiento del contexto exterior habría afectado al crecimiento del PIB en la segunda mitad del año, disminuyendo las exportaciones en el tercer trimestre, tanto las de bienes como las de servicios, especialmente turísticos.
Crecimiento más moderado en 2024
La desaceleración de la actividad podría ser algo más evidente en 2024, entre otros factores por el efecto arrastre de la última parte de 2023, el menor impulso de la demanda turística, tras su práctica normalización tras la pandemia, el menor dinamismo del consumo público, teniendo en cuenta la reactivación de las normas fiscales europeas, o la limitada aportación del saldo exterior.
De hecho, de cara a este año, la demanda interna sería el principal motor del crecimiento, según las últimas proyecciones del Banco de España, que apuntan a un aumento del PIB en 2024 del 1,6%. El consumo de los hogares se vería favorecido por el aumento de las rentas reales, en un contexto de moderación de las tasas de inflación y de creación de empleo, al tiempo que la inversión podría verse impulsada por el efecto dinamizador de los proyectos vinculados a los fondos NGEU.
Estas proyecciones del Banco de España anticipan que la inflación general mantendrá una senda ligeramente ascendente a comienzos de 2024, para retomar una senda descendente a partir de la segunda mitad del año, debido fundamentalmente a la evolución prevista de los precios de la energía.
Estas proyecciones incorporan el supuesto de eliminación de algunas de las medidas desplegadas para mitigar los efectos del repunte inflacionista, caso de los impuestos sobre la electricidad. En cuanto al mercado de trabajo, el empleo seguirá creciendo, si bien a un ritmo algo menor, reduciéndose la tasa de paro hasta situarse en el promedio de 2024 por debajo del 12%.
La economía andaluza mantiene un perfil de crecimiento similar al de la economía española, después de que en 2022 el PIB creciese menos por el impacto de la sequía en el sector agrario. En 2023, este sector también ha sufrido un significativo descenso, que se ha contrarrestado con el crecimiento del sector servicios, de forma que la economía andaluza podría cerrar el año con un crecimiento también superior al 2%, que se moderaría unas décimas de cara a 2024. El empleo proseguirá también su senda de crecimiento, creciendo el número de ocupados en torno a un 1,5%, lo que situaría la tasa de paro en torno del 18%.
Riesgos a la baja para las proyecciones de crecimiento
Los riesgos en torno a estas perspectivas de crecimiento se inclinan, en general, a la baja. La intensificación de las tensiones geopolíticas (Ucrania, Oriente Próximo) podría provocar una evolución más desfavorable de los precios de la energía, presionando al alza la inflación y, por tanto, un escenario menos favorable para el consumo y la inversión.
Asimismo, una mayor desaceleración de la actividad a nivel global, vinculada, sobre todo, a una ralentización de la economía china más acusada, o la incertidumbre en torno al impacto del endurecimiento de la política monetaria son otros de los factores que podrían inclinar estas proyecciones de crecimiento a la baja.
Así, 2024 será probablemente un año de menor crecimiento económico y también de disminución gradual de la inflación.