La economía española en 2023, este nuevo año que comienza, continúa marcada por la incertidumbre. Tras un 2022 en el que la economía habría crecido finalmente más de lo esperado, para 2023 se espera una ralentización del crecimiento.
Hagamos primero un breve repaso de la situación económica del último año. Sin haberse recuperado del impacto provocado por el covid-19, la invasión rusa de Ucrania a finales de febrero de 2022 provocó revisiones a la baja en las perspectivas de crecimiento, y todo apunta a que 2022 habría cerrado con un crecimiento de la economía mundial en torno al 3%, prácticamente la mitad que en 2021. A su vez, los precios han crecido al mayor ritmo desde mediados de los noventa, llegando a registrarse en España tasas de inflación que no se veían desde la década de los años ochenta.
El estallido de la guerra y el repunte de la inflación limitan el crecimiento en 2022
Las proyecciones realizadas a principios de 2022 apuntaban a un crecimiento de la economía mundial en torno al 4,5% para el conjunto del año, pero la invasión de Ucrania cambió radicalmente el panorama económico internacional. El crecimiento de la producción ha sido inferior a lo estimado con anterioridad al estallido de la guerra, especialmente entre las economías avanzadas, aunque también en China la política de “COVID cero” y el agravamiento de la crisis del sector inmobiliario han derivado en una desaceleración peor de lo previsto.
Los precios energéticos han provocado un fuerte repunte de la inflación, que habría superado el 7% en las economías avanzadas. Esta evolución ha desencadenado una respuesta de política monetaria más rápida de lo previsto inicialmente, con sucesivas subidas de tipos de interés por parte de las distintas autoridades monetarias, que en el caso de la Zona Euro se sitúan en el 2,5%, tras las subidas llevadas a cabo desde el mes de julio.
La economía española entre las más dinámicas
Al igual que ha ocurrido para la Zona Euro, el crecimiento de la economía española en 2022 se ha revisado ligeramente al alza hacia finales de año, hasta el entorno del 4,5%, según las últimas proyecciones del Banco de España, un crecimiento basado en mayor medida en la aportación de la demanda exterior neta, dado el fuerte crecimiento de las exportaciones, especialmente de servicios turísticos. También la demanda nacional ha tenido una aportación positiva al crecimiento, recuperándose la inversión y ralentizándose el consumo de los hogares.
Pese a este crecimiento anual, la actividad ha evidenciado una notable desaceleración en la segunda mitad del año, aunque menos intensa de lo esperado. La crisis energética y las elevadas tasas de inflación, el endurecimiento de la política monetaria, el deterioro de la confianza, así como el menor impulso de la actividad tras la intensa recuperación registrada a raíz de la eliminación de las restricciones para contener la pandemia han limitado el crecimiento. También la creación de empleo se desaceleró ligeramente en el segundo semestre, si bien el número de trabajadores afiliados a la Seguridad Social creció en más de 470.000 en el último año.
Economía española en 2023, ¿qué podemos esperar?
Todo apunta a que en los primeros meses de 2023 se registrará también un débil crecimiento, mejorando la actividad a medida que avance el año, de modo que el aumento anual del PIB sería inferior al 1,5%, no descartando algunos de los organismos que realizan proyecciones un descenso de la producción entre finales de 2022 y principios de 2023.
En concreto, el Banco de España prevé un crecimiento de la economía española del 1,3% (en torno al 0,5% en la Zona Euro), que recuperaría el nivel previo a la pandemia entre finales de 2023 y comienzos de 2024. Este crecimiento se apoyaría en la demanda nacional, aunque tanto el consumo privado como la inversión crecerían a menor ritmo que en 2022 (por debajo del 2%), en tanto que la demanda exterior neta tendría una aportación ligeramente negativa, debido al empeoramiento de los mercados exteriores. También se ralentizará la creación de empleo, estimándose una tasa de paro muy similar a la del pasado año, cercana al 13%.
En cuanto a la inflación, se estima que la tasa de variación de los precios de consumo continúe moderándose a lo largo de 2023, aunque seguirá siendo elevada. Esta ralentización vendría determinada principalmente por el componente energético, en tanto que la inflación subyacente (que descuenta productos energéticos y alimentos frescos, más volátiles) podría tardar algo más en moderarse.
Incertidumbres y riesgos
Estas previsiones se encuentran sometidas a una elevada incertidumbre, con riesgos a la baja para el crecimiento económico y al alza para la inflación. El crecimiento podría ser más bajo de lo previsto si se producen perturbaciones en los mercados energéticos y nuevas subidas en los precios del gas y la electricidad, que podrían derivar en mayores tasas de inflación y un mayor endurecimiento de las políticas monetarias, lo que supondría presiones adicionales para hogares y empresas.
La evolución de la actividad económica a nivel global y especialmente del conjunto de la Eurozona, la posibilidad de que se produzcan efectos de segunda vuelta sobre la inflación o el impacto que pueda tener la incertidumbre sobre las decisiones de consumo y ahorro de los agentes son otros elementos que generan incertidumbre, sin olvidar que la crisis sanitaria podría no estar cerrada.
Por tanto, se puede decir que si tuviéramos que elegir una palabra relativa a la economía española en 2023 esta sería incertidumbre. Veremos cómo se va desarrollando todo.