Conoce la historia de las tarjetas bancarias: desde su origen hasta la era digital

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Hacemos un recorrido por la evolución de las tarjetas bancarias, desde que eran simples fichas de papel, hasta los avanzados plásticos inteligentes que utilizamos hoy en día

12 Jun 2025

10 Min de lectura

¿Has pensado alguna vez cuál es la historia de las tarjetas bancarias? Sí, esa que llevas en tu cartera y monedero y con la que ya pagas casi todo… Y es que, las tarjetas, ya sean tarjetas de crédito o de débito, han transformado la manera en que manejamos nuestras finanzas, permitiéndonos realizar compras y transacciones de manera rápida y segura sin necesidad de llevar efectivo.

 

Desde sus humildes comienzos como simples fichas de papel o metal, hasta los avanzados plásticos inteligentes con chips y tecnología sin contacto que utilizamos hoy en día, las tarjetas bancarias han recorrido un largo camino.

 

Historia de las tarjetas: primeros pasos 

 

La idea de pagar a crédito no es nueva; sus raíces se remontan a miles de años atrás, en sistemas antiguos de intercambio. En Mesopotamia, hace unos 5.000 años, se usaban tablillas de arcilla para registrar deudas y transacciones, permitiendo pagar más adelante las mercancías entregadas.

 

Este concepto de “comprar ahora y pagar después” es un precursor lejano de las tarjetas de crédito actuales.

 

A finales del siglo XIX y principios del XX, algunas tiendas y compañías petroleras comenzaron a emitir tarjetas o fichas de fidelización de papel o metal a sus mejores clientes. Estas primeras “tarjetas” eran limitadas a cada establecimiento y buscaban fomentar la lealtad del cliente más que la comodidad general.

 

En la década de 1930, surgió el Charga-Plate, un precursor directo de la tarjeta de crédito moderna. Era una pequeña placa metálica, similar a una chapa militar, con el nombre del cliente en relieve y una tarjeta de firma en papel. Al pasarla por una máquina impresora sobre un recibo se registraba la compra.

 

Siglo XX: el nacimiento de las tarjetas modernas

 

En 1946, el banquero de Brooklyn John Biggins lanzó la tarjeta “Charg-It”, la primera tarjeta bancaria propiamente dicha, que funcionaba en un circuito cerrado (solo clientes de ese banco podían utilizarla y solo a nivel local). Fue, de hecho, la primera experiencia de tarjeta emitida por un banco para múltiples comercios.

 

En 1950, Frank McNamara y Ralph Schneider lanzaron Diners Club, la primera tarjeta de uso general en varios establecimientos: inicialmente era de cartón, tipo tarjeta de visita, y permitía pagar en restaurantes afiliados sin efectivo.

 

La expansión global de las tarjetas e introducción de la banca magnética

 

En 1958, American Express lanza su primera tarjeta de crédito (evolucionando desde su negocio de cheques de viaje), y Bank of America emite BankAmericard, la primera tarjeta de crédito bancaria a gran escala en EE.UU. BankAmericard ofrecía por primera vez a los clientes, a través de la tarjeta, un crédito revolvente (no pagar todo a fin de mes, sino financiar el saldo), modelo que más adelante adoptaron la mayoría de las tarjetas bancarias. Estas tarjetas inicialmente también eran de cartón o celuloide, hasta que American Express introdujo la primera tarjeta de plástico en 1959, reemplazando materiales anteriores por plástico con número en relieve.

 

Desde entonces el plástico (PVC) se convirtió en el material estándar de las tarjetas.

 

En 1966, un consorcio de bancos creó Master Charge, competidor de BankAmericard, que luego se renombraría como MasterCard en 1979. Para finales de los 60, las tarjetas de crédito se popularizan en muchos países desarrollados.

 

En 1969, se introduce la banda magnética en las tarjetas, una idea del ingeniero Forrest Parry de IBM. La banda magnética permitía almacenar datos del cliente y ser leída por dispositivos electrónicos, agilizando las autorizaciones de pago. Esta tecnología, combinada con redes de datos y terminales punto de venta, impulsó enormemente el volumen de transacciones con tarjeta a nivel global.

 

Llegan las tarjetas de débito

 

Las principales redes bancarias se consolidan: BankAmericard se internacionaliza y en 1976 adopta el nombre VISA (derivado de “Visa International Service Association”). Las tarjetas de crédito se convierten en una forma de pago común en Norteamérica y Europa, llevando a las primeras regulaciones de protección al consumidor.

 

También surgen las primeras tarjetas de débito que permiten pagos directos contra la cuenta bancaria; a finales de los 70 algunos bancos empezaron a emitir tarjetas para retirar efectivo en cajeros automáticos y pagar en comercios con cargo inmediato a cuenta.

 

Tarjetas inteligentes con chip y globalización

 

Dos ingenieros alemanes inventaron la tarjeta con chip integrado a finales de los 70, pero su adopción fue lenta. Francia lideró la implantación y en 1986 lanzó las primeras tarjetas bancarias con chip y PIN (código personal) a nivel comercial. Este microchip incorporado añadió una capa de seguridad importante, haciendo mucho más difícil la clonación de tarjetas y permitiendo validar PIN en la propia tarjeta.

 

Europay, MasterCard y Visa desarrollan conjuntamente el estándar EMV (por sus siglas) para unificar la interoperabilidad de las tarjetas con chip a nivel mundial. Esto garantiza que una tarjeta con chip pueda usarse globalmente con lectores compatibles, mejorando la seguridad y facilitando la expansión internacional. Hacia mediados de los 90, pagar con tarjeta con chip y PIN se volvió común en Europa. Mientras tanto, el número de tarjetas en circulación y el volumen de transacciones creció exponencialmente en el mundo, convirtiendo el pago con tarjeta en un pilar del comercio moderno.

 

Nuevo milenio: tarjeta contacless, biometría y sostenibilidad

 

Buscando mayor rapidez en las transacciones, se introducen las tarjetas contactless (pago por proximidad o pago sin contacto). Inicialmente lanzadas en algunos países a principios de los 2000, lograron adopción masiva en 2007 en el Reino Unido y pronto se extendieron globalmente. Estas tarjetas incorporan tecnología NFC, permitiendo pagar con solo acercar la tarjeta al terminal, sin necesidad de insertar ni firmar para pequeños importes. Esto redujo colas y agilizó pagos.

 

El siguiente avance fue la aparición de los monederos digitales y pagos móviles. En 2011, Google lanzó Google Wallet (luego Android Pay) y en 2014 Apple introdujo Apple Pay, permitiendo almacenar tarjetas en el smartphone y pagar acercando el teléfono. También surgen pagos con wearables (reloj inteligente, pulseras) a partir de 2015. Durante esta década las tarjetas físicas conviven con sus versiones digitales, y los emisores desarrollan apps bancarias para gestionar tarjetas, establecer controles y hacer pagos en línea de forma segura.

 

Se acerca la década de 2020 y la industria explora nuevas fronteras tecnológicas. Ya existen tarjetas biométricas con lector de huella dactilar incorporado: en 2019 se lanzaron las primeras pruebas comerciales (la multinacional tecnológica Thales introdujo una tarjeta biométrica usada por Bank of Cyprus) para autorizar pagos con la huella en lugar del PIN.

 

Además, en la década actual se impulsa la sostenibilidad ambiental: bancos líderes empiezan a emitir tarjetas fabricadas con plástico reciclado o materiales biodegradables para reducir residuos.

 

Historia de las tarjetas bancarias en España. La primera, en 1971

 

En abril de 1971, el Banco de Bilbao emitió la primera tarjeta de crédito en España, gracias a una alianza con BankAmericard. Esta tarjeta tenía un límite de 25.000 pesetas y permitía aplazar pagos. El éxito inicial fue notable: en su primer año, se emitieron 742.000 tarjetas en España (muy por encima de las 215.000 previstas), y miles de comercios se sumaron para aceptarlas como pago. Esta rápida adopción mostró el interés de consumidores y negocios españoles por el “dinero de plástico”.

 

A mediados de los 70, la marca Visa ya operaba en España, y otros bancos comenzaron a lanzar sus propias tarjetas. También surgieron redes de cajeros y medios de pago locales: se crearon los sistemas Servired, 4B y Euro6000 para interconectar cajeros automáticos y pagos con tarjeta en distintas entidades, facilitando el uso tanto de tarjetas de crédito como de débito en todo el país. A finales de los 70, las tarjetas de crédito aún estaban enfocadas en clientes de alto poder adquisitivo, pero empezaban a hacerse más comunes.

 

En los 80, con la bancarización creciente de la población, se popularizan las tarjetas de débito ligadas a cuentas corrientes y las tarjetas de crédito tradicionales amplían su base de usuarios. España logra algunos hitos relevantes: se emitió la primera Visa Oro de Europa (tarjeta de crédito “Gold” de alta categoría) en este periodo. Al final de la década de los 80, millones de españoles poseían alguna tarjeta, y estos instrumentos comenzaban a competir seriamente con el efectivo en ciertas compras.

 

Hacia finales de los 90, con el auge de las ventas a crédito en comercios y la llegada de las compras por internet, tener tarjeta de crédito o débito pasó a ser casi imprescindible para buena parte de la población urbana española.

 

Con la llegada del nuevo milenio, España adoptó las mejoras tecnológicas globales en tarjetas, muchas veces con rapidez: la banda magnética dio paso al chip EMV y al PIN para autenticar en los TPV. En 2011 se emitieron en España las primeras tarjetas con tecnología NFC (contactless).  Este avance se extendió en años siguientes y hoy en día la gran mayoría de tarjetas españolas son “sin contacto”. En paralelo, los bancos lanzaron servicios de pago móvil para competir con la llegada de Apple Pay, Google Pay y Samsung Pay.

 

Hoy en día las tarjetas bancarias son un medio de pago dominante en España. Actualmente en nuestro país hay más de 94 millones de tarjetas de crédito y de débito en circulación (unas 2 por habitante, según los datos anuales de 2024 del Banco de España. En resumen, en cinco décadas España pasó de no tener tarjetas a incorporar este método de pago de forma tan amplia que ha transformado los hábitos de consumo y la infraestructura financiera del país.

 

La historia de las tarjetas bancarias es un testimonio de la innovación y adaptación constante en el mundo financiero. Desde las primeras fichas de fidelización hasta las avanzadas tarjetas biométricas y ecológicas de hoy, cada etapa ha marcado un hito en la forma en que realizamos transacciones y gestionamos nuestras finanzas. Las tarjetas bancarias no solo han facilitado la vida cotidiana, sino que también han impulsado el comercio global y la inclusión financiera.

 

A medida que avanzamos hacia un futuro cada vez más digital, es interesante imaginar las próximas innovaciones que transformarán aún más nuestra experiencia financiera. En definitiva, estas pequeñas piezas de plástico (o metal) seguirán siendo un símbolo de progreso en el mundo moderno al igual que hemos visto a lo largo de esta historia de las tarjetas bancarias.

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