Si tu vivienda, o el edificio en el que resides, tiene una calificación de eficiencia energética alta (cercana a la “A”), o se promueve esta mediante una intervención que optimice la misma, como la mejora del aislamiento, disfrutarás de un confort y un bienestar mayores a la par que reduces el gasto en suministros (energía, agua, etc.). Y no solo eso, además del citado ahorro económico contribuirás a la sostenibilidad del medioambiente, gracias a la reducción de la demanda energética de tu vivienda.

 

Algunas entidades financieras disponen en su oferta de hipotecas para financiar a las familias la compra, autopromoción o rehabilitación de viviendas con alta calificación energética, a las que les aplican tipos de interés y condiciones más atractivas que las de las hipotecas estándar. El motivo de estas mejores condiciones es claro: una vivienda eficiente tiene menores riesgos para la entidad que la financie, y está mejor posicionada para una futurible venta en el mercado y a mayor valor.

 

Y la pregunta que nos debemos hacer es, ¿qué calificación energética tiene mi hogar o esa vivienda que tengo en previsión adquirir, autoconstruir, rehabilitar o incluso alquilar? La calificación que corresponde a un inmueble se acredita mediante el certificado de eficiencia energética que un profesional emite para tu vivienda o edificio.

 

¿De dónde partimos? Parque inmobiliario envejecido

 

El parque de viviendas en España está especialmente envejecido, siendo uno de los más obsoletos energéticamente de Europa. Más del 80% de las viviendas mantienen unas calificaciones E, F o G (datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía —IDAE—) o, lo que es lo mismo, son ineficientes. Esto significa que muchos hogares españoles no están en las condiciones óptimas de consumo energético.

 

¿Hacia dónde caminamos? Pacto Verde Europeo, neutralidad climática en 2050, y Plan de Acción de Finanzas Sostenibles de la Comisión Europea

 

Europa es el continente que ha afrontado en primer término el reto de reducir las emisiones de Gases Efecto Invernadero (al menos un 55% hasta el 2030), promoviendo la sostenibilidad y el cambio de los modelos económico y productivo.

 

A través del Pacto Verde Europeo (2019) se ponen los mimbres para alcanzar la neutralidad climática de Europa en el año 2050.

 

El gran reto consiste en desarrollar una estrategia integral que logre conectar las finanzas con el pilar que se nos ha revelado fundamental, la sostenibilidad. Finanzas e inversión sostenibles son, por tanto, una parte muy relevante de la nueva Europa que queremos construir, junto a la digitalización y unas sociedades más justas y equitativas. Así nace el Plan de Acción de Finanzas Sostenibles por parte de la Comisión Europea en 2018, del que trae origen, por ejemplo, la española Ley de Cambio Climático y Transición Energética.

 

El papel vertebrador de las entidades financieras

 

Reorientar los capitales hacia una economía más sostenible, socialmente más justa y equitativa, que incorpore la sostenibilidad en la gestión de los riesgos y que gane en transparencia no es un reto menor, y no se puede lograr sin la implicación directa y fundamental de las entidades financieras.

 

La Unión Europea necesita del papel vertebrador de este sistema circulatorio de las economías modernas, sin el cual no podría aterrizar las políticas para lograr los ambiciosos objetivos planteados que, entre otras cosas, suponen un cambio estructural del modelo productivo y de utilización de los recursos naturales.

 

Entre los múltiples papeles de las entidades financieras está el de posibilitar, mediante productos de financiación y servicios más beneficiosos, por estar vinculados a la sostenibilidad, que las familias españolas puedan adquirir viviendas más eficientes energéticamente o, también, promover la transformación de las obsoletas en viviendas modernas que cumplan las exigencias en cuanto al uso eficiente de la energía y la menor demanda de esta (o bien el recurso a fuentes de origen limpio y renovable).

 

Así nacen diversas modalidades de hipotecas y préstamos para la adquisición y la reforma que promueva la eficiencia, englobadas bajo el término, mayoritariamente aceptado, de “verdes”.

 

Mi hogar, mi certificado de eficiencia energética

 

Desde el 1 de junio de 2013 (Real Decreto 235/2013) es exigible, tanto para los contratos celebrados de compraventa como de arrendamiento, la puesta a disposición de los compradores o arrendatarios, respectivamente, del certificado de eficiencia energética.

 

La realización de estos contratos, como decimos, va a requerirte tramitar u obtener esa certificación, con el objeto de mostrarla y así informar al nuevo ocupante respecto a la eficiencia energética de su potencial nuevo hogar, y permitirle tomar decisiones bien fundamentadas. Vender o alquilar sin disponer de certificado energético supone una infracción y está sancionada con multas de carácter administrativo. No obstante, hay que referir que todos los edificios de obra nueva construidos en España desde 2007 han obtenido de manera obligatoria el certificado energético.

 

¿Y qué recoge este certificado? Este informe, elaborado por una empresa o técnico competente (aparejadores, arquitectos y algunos ingenieros técnicos e ingenieros superiores de ciertas especialidades) recoge una serie de datos técnicos del edificio (que deberá recabar in situ a través de una visita), una descripción de sus características energéticas, una calificación energética según una escala, y unas recomendaciones para mejorar esa calificación si fuera el caso.

 

La calificación energética se refleja de manera más visual en la etiqueta de certificación energética, con una escala o etiquetas de colores que van de la “A” como la más eficiente hasta la “G”, la menos eficiente. Y se detallará esa escala (letras) para dos variables fundamentales que son el consumo de energía primaria no renovable y las emisiones de CO2, que no tienen por qué coincidir en eficiencia. Esta etiqueta es la que se emplea en las transacciones inmobiliarias y otros trámites. Se obtiene cuando el técnico registra el informe o certificado energético en el registro de la comunidad autónoma, y tendrá validez desde esa fecha y durante un plazo de 10 años, generalmente.

 

De manera resumida la etiqueta detalla datos del edificio como son la normativa de construcción que le corresponde por año, la referencia catastral de la vivienda, el tipo de edificio y su ubicación, la escala de calificación energética (de la “A” hasta la “G”) en sus dos variables y con colores, y el número de registro que ha asignado la comunidad autónoma y, también, la fecha de caducidad o validez de la etiqueta.

 

Y resumiendo, si compras o promueves una vivienda eficiente, o con alta certificación energética, no solo generarás un ahorro en tu economía familiar propiciado por el menor gasto en suministros, sino también tu hipoteca te saldrá más barata; además de contribuir como ciudadano a la sostenibilidad del planeta mediante la reducción del impacto ambiental. ¡La verdad, puedes ser todo un ejemplo a seguir!