Comenzar a invertir pronto y reinvertir las rentas de nuestras inversiones es otro de los grandes principios para el éxito del ahorro a largo plazo. Y es que, el horizonte temporal es uno de los aspectos más relevantes para obtener los mejores resultados en nuestras inversiones; cuanto más tiempo estemos invirtiendo más reduciremos el riesgo y aumentaremos la rentabilidad potencial. Además, y muy importante: nos dará una mayor tranquilidad puesto que las fluctuaciones nos inquietan mucho más si tenemos un horizonte de inversión a largo plazo. Eso sí, tenemos que buscar alternativas de inversión muy bien diversificadas, con un enfoque global y flexible.
Hagamos historia. La palabra ahorro proviene del árabe, empleándose el término «hurr» y que tiene por significado «libre». Esta palabra fue derivando hasta «horro», que era el término empleado en la Edad Media utilizado como «liberar de la esclavitud». Y no hay significado más certero para ahorro que este, ya que ahorrar dinero permite hacernos libres, “liberarnos” de los gastos/deudas.
El concepto de ahorro se practicaba ya en los pueblos de la antigüedad, cuando civilizaciones -como las de Egipto, China o la Inca- atesoraban semillas para transformarlas en la cosecha del ciclo posterior. Es decir, sacrificaban consumo presente para disponerlo en el futuro. Como el resultado de la cosecha siguiente dependía de las condiciones climáticas y no estaba garantizado, la función del ahorro como resguardo comenzó a utilizarse sistemáticamente como parte del proceso productivo.
Lo que no tenían tan fácil en esa época era sacar rentabilidad de los ahorros. Ahora, sin embargo, existen multitud de opciones si nos asesoramos adecuadamente y elegimos el producto de inversión más adecuado para nosotros.
Cada etapa en la vida es distinta, y seguramente no tendremos los mismos ahorros, ingresos y objetivos a los 18 años que a los 50 o a los 65 años, por lo que la forma en la que ahorramos debería estar en consonancia con nuestros objetivos concretos y el uso que queramos hacer del dinero. Pero lo más importante es comenzar cuanto antes, en la mayoría de los casos, lo que más cuesta es esa primera decisión de inversión, por lo tanto, creemos que Warrent Buffett, conocido inversor y empresario estadounidense, tiene la mejor respuesta: “el mejor momento para invertir es cuando naces, y el segundo mejor es hoy”.
Para el éxito del ahorro a largo plazo debemos tener en cuenta, además, los siguientes conceptos:
El interés compuesto obra milagros
Con el interés compuesto acumulamos rentabilidad no sólo con la inversión inicial, sino también con las ganancias acumuladas de años anteriores. Su poder es tan grande que el hecho de perder unos pocos años de inversión puede marcar una enorme diferencia en las rentabilidades percibidas en el futuro. Así, por ejemplo, comenzar a ahorrar a la edad de 25 años e invertir cada año una cantidad de 5.000 € en una oportunidad que ofrezca una rentabilidad del 5% anual, le generaría cerca de 300.000 € más al cumplir los 65 años que si hubiese comenzado a los 35, pese a que en total solo habría invertido 50.000 € más.
Nunca es tarde, es una cuestión de mentalización y planificación, no de conocimientos técnicos. Comenzar cuanto antes a ahorrar e invertir, aunque sea a través de pequeñas aportaciones periódicas es la mejor forma de poder alcanzar nuestros objetivos financieros. Y el fondo de inversión, es el instrumento óptimo para acompañarnos en este camino.
Si no las necesita, reinvierta las rentas de sus inversiones
Si reinviertes las rentas de sus inversiones para potenciar más el valor de su cartera, sacará el máximo partido a la magia del interés compuesto. La diferencia entre reinvertir -y no reinvertir- las rentas de sus inversiones puede ser enorme en el largo plazo. De nuevo, los fondos de inversión aportan una ventaja en este aspecto, ya que el propio gestor del fondo reinvierte las rentas de los activos que componen su cartera, sin que el partícipe tenga que hacer nada.
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