Una empresa puede iniciar su proceso de internacionalización con los primeros pasos de las importaciones, por la necesidad de contar con proveedores más baratos, o aventurarse a buscar clientes en mercados exteriores con las tradicionales exportaciones en consorcio.
Pero el negocio internacional es mucho más que el comercio exterior. Son numerosas las acciones globales que persiguen mejorar la eficiencia de la empresa en su más amplio sentido, y no sólo en términos de optimización de costes. La internacionalización también puede materializarse con ejemplos como estos:
- Un fabricante de lentes podría tener interés en deslocalizar en la India partes de su cadena de suministro.
- Un grupo familiar de joyería puede proyectar expandirse comercialmente en Suiza.
- Una compañía de soluciones de software podría interesarse en expatriar a sus empleados a la República Checa.
- Una empresa de telefonía puede establecer su servicio de atención al cliente en Sudamérica.
- Una editorial puede contratar servicios de informática, traducción, marketing o impresión en China.
- Una comercializadora hortofrutícola quizás necesite solicitar certificaciones internacionales para revalorizar su producto con los criterios ESG (criterios medioambientales, sociales y de gobernanza).
- Una ingeniería civil licitará y ejecutará obras y proyectos multilaterales en otros países.
- Un pequeño emprendedor podrá colocar su material de surf, diseñado por él mismo, en los conocidos marketplaces.
- Cualquier pyme puede vender directamente online a todo el mundo.
Las posibilidades de internacionalización de un negocio pueden tomar múltiples caminos y atender a distintos objetivos.
¿Por qué es importante el negocio internacional?
Porque “respiramos” globalización sin poder evitarlo. Personas, mercancías, capitales, servicios, conocimiento y datos fluyen a lo largo y ancho del mundo.
La internacionalización es un proceso de fortalecimiento de la empresa. Los mercados exteriores son exigentes, anticipan requerimientos, agudizan el ingenio y activan la resiliencia de las empresas. Salir al extranjero robustece el tejido empresarial, lo hace más solvente y longevo.
España se posiciona como una de las economías más internacionalizadas, con una actividad exportadora que supone un tercio del PIB. El sector exterior contribuyó con 2,6 puntos porcentuales sobre un incremento del PIB del 5,5% en 2022, como se expone en el Boletín Económico de ICE Información Comercial Española que analiza el sector exterior durante 2022.
Según el informe de KPMG “La empresa española ante un nuevo escenario internacional” de Pablo Bernad (junio 2023), la exportación española se consolida con crecimientos interanuales superiores al 22% en 2022, dos años después del lapsus mundial. Como se recoge en el artículo “El modelo exportador español” de Raymond Torres de junio 2023 (El País), las empresas que exportan reciben el 52% de sus ingresos de ventas en el exterior, con unas previsiones de alcanzar el 61% en 2027. Las exportaciones alcanzan máximos de la serie histórica y la inversión extranjera sube un 84%.
La tendencia es clara: continúa creciendo la internacionalización.
Hacer la empresa internacional, ¿por qué ahora?
Porque, a pesar de cerrar todas las fronteras, la internacionalización no muere. Se transforma. La interdependencia no desaparece, por eso estamos ante un nuevo sector exterior y ante un nuevo escenario internacional.
La teoría de la ventaja comparativa de David Ricardo, recogida en la obra On the Principles of Political Economy and Taxation (1817-1821), sigue teniendo vigencia. Y su división del trabajo, que nos llevó a una globalización desbocada, ha tomado conciencia de que no sólo el prisma económico justifica la internacionalización. Esta crisis nos ha convencido de que el control y la certidumbre forman parte del juego. La hiperglobalización deja paso a la “regionalización” con tintes sostenibles y de compliance. El nuevo paradigma articula eficiencia y seguridad, con un mercado exterior diverso, pero próximo geográficamente.
El negocio internacional de hoy en día se dimensiona según las necesidades de la empresa. Es accesible a emprendedores, autónomos, micro, pequeñas, medianas y, por supuesto grandes empresas. El avance de la digitalización lo hace posible. En la actualidad, las empresas innovadoras ya nacen como globales.
El negocio internacional se refuerza como palanca de crecimiento de la economía. Los mercados se redefinen, configurándose cercanos y controlados, garantizando una mayor protección de sus actores y evolucionando hacia la regionalización del comercio internacional.
Para España esta transformación es muy importante. Nuestro país se sitúa en una posición ventajosa dentro de un área con necesidad de permanecer internacionalizada y donde la ventaja competitiva juega a nuestro a favor, o debería hacerlo.
Ahora más que nunca, se debe mantener y promocionar en el exterior la seguridad jurídica de nuestro país, la garantía que ofrecen nuestras instituciones, la participación española en las organizaciones mundiales, la eficacia de nuestra logística, los programas de inversión extranjera, la posición estratégica física y geopolítica, las relaciones diplomáticas, el background de antiguas y modernas expediciones y el reconocimiento de nuestras grandes marcas. Es importante darle valor a la formación académica, profesional y global de los jóvenes, a la innovación tecnológica consolidada en el sur de Europa, y al savoir vivre que cada vez interesa más a las nuevas generaciones.
España tiene el combinado perfecto para convertirse en el aliado estratégico de una nueva región internacionalizada en el hemisferio norte con puerta de entrada y salida hacia el sur. Un proyecto de futuro para nuestro país donde se conjuga colaboración pública y privada. Un proyecto que ya estamos viviendo.
Para las empresas españolas, la importancia de ser internacional debe quedar fuera de toda duda.