Los avances en el proceso de vacunación de la población y la paulatina eliminación de restricciones han permitido un repunte del crecimiento económico de la Zona Euro en el tercer trimestre de 2021 hasta el 2,2% (3,9% interanual) impulsado, fundamentalmente, por la demanda interna. En el caso de la economía española, el PIB nacional se incrementó un 2,6% en relación al segundo trimestre (3,4% interanual), mostrando un notable avance el consumo privado gracias, en gran medida, al dinamismo del mercado de trabajo.
Sin embargo, el incremento de los precios de la energía y las materias primas, la persistencia de los cuellos de botella en las cadenas de suministro y el aumento de los contagios tras la aparición de la variante Ómicron hacen prever una moderación del crecimiento en el corto plazo.
Así, en diciembre la inflación de la Zona Euro alcanzó el 5,0%. En España, la cifra se elevó hasta el 6,5%, el máximo de la serie histórica desde mayo de 1992, y la inflación subyacente (sin incluir energía ni alimentos no elaborados) cerró el año en un 2,1%. Si bien la energía es la principal causante de este aumento de los precios, otros componentes de la cesta de consumo también se están viendo afectados, principalmente alimentos.
Por su parte, indicadores de confianza como el PMI manufacturero desaceleraron su ritmo de avance en el mes de diciembre, tanto para España como para la Zona Euro, ante un crecimiento más débil de los nuevos pedidos, como consecuencia del alza de los precios, y el aumento de los plazos de entrega de los proveedores, aunque se mantienen en la zona de expansión (por encima de los 50 puntos).
Todo ello condicionado por el incremento de los contagios a raíz de la nueva variante Ómicron, lo que ha obligado a reintroducir restricciones y cuyo impacto sobre la actividad está aún por determinar, pero que, en cualquier caso, pospone su normalización.
Ajustes en la política monetaria
Ante el devenir de los últimos meses, comienza a cuestionarse el carácter “transitorio” de la inflación y afloran temores a que se produzcan los denominados “efectos de segunda ronda” (aumento de los salarios como consecuencia de la subida de los precios) que alimenten una espiral inflacionista, lo que se ha traducido en diferentes enfoques entre las autoridades monetarias.
En Estados Unidos, la balanza parece inclinarse del lado de los halcones, como se denomina en argot financiero a aquellos que defienden políticas monetarias más restrictivas para contener la inflación. La Reserva Federal ya ha anunciado que acelerará el paso en la retirada de estímulos y la subida de tipos. En la misma línea, el Banco de Inglaterra ha elevado sus tipos de interés por primera vez desde 2018.
Por su parte, el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo mantiene una postura más acomodaticia, si bien en la reunión del pasado mes de diciembre acordó finalizar las compras de deuda en el marco del Programa de compras de emergencia frente a la pandemia (PEPP) el próximo mes de marzo, aunque incrementando las realizadas en el ámbito del Programa de compras de activos (APP) y sin descartar una eventual reactivación de las mismas si la situación económica lo requiriese. En cuanto a los tipos de interés, por el momento, se mantienen sin cambios.
Perspectivas 2021-2024
La incertidumbre que caracteriza la coyuntura económica actual, con riesgos persistentes e impactos aún por dilucidar, condiciona las perspectivas para los próximos tres años. En este contexto, tanto el Banco Central Europeo como el Banco de España han revisado a la baja sus previsiones de crecimiento para 2022, mejorando sus perspectivas al final del horizonte de proyección, y han corregido al alza el avance de la inflación.
El supervisor sitúa el crecimiento del PIB de la Eurozona para 2021 en un 5,1%, un 4,2% en 2022 (+0,1 p.p. y -0,4 p.p., respectivamente, en relación a su anterior previsión), 2,9% en 2023 (vs 2,1%) y 1,6% en 2024. Por el contrario, la inflación se situaría en el 2,6% en 2021 y escalaría hasta el 3,2% en 2022 (vs 2,2%, 1,7% anteriores), desacelerándose a partir de entonces hasta situarse por debajo de su nivel objetivo del 2% en 2023 y 2024 (1,8%).
Por su parte, el Banco de España pronostica un avance menos intenso de lo estimado en septiembre para 2021 (4,5%, -1,9 p.p.) y 2022 (5,4%, -0,4 p.p.) y un repunte más intenso en 2023 (3,9%, +1,9 p.p.), bajo los supuestos de una progresiva desaparición de las disfunciones de oferta, el avance en la ejecución de proyectos a financiar a través de los fondos Next Generation EU (NGEU) y la mejora de la situación epidemiológica, hasta situarse en el 1,8% en 2024. De esta forma, la economía española recuperaría su nivel pre-pandemia a finales de 2022 o principios de 2023. En lo que respecta a los precios, la inflación cerraría 2021 en el 3,0% y en 2022 alcanzaría un máximo del 3,7% (2 puntos superior a la pronosticada en septiembre) para, posteriormente, mantenerse por debajo del 2% (1,2% en 2023; 1,5% en 2024).
En la antigüedad, los navegantes consultaban el astrolabio para fijar el rumbo de sus naves. Por el momento, y con las debidas cautelas, la ruta parece marcada por la inflación y el impacto de la nueva variante del virus, aún por determinar. La evolución en los próximos meses determinará si, definitivamente, 2022 marca el punto de inflexión hacia la recuperación definitiva.