Traducir la complejidad de la ciencia económica para que sea entendida por el conjunto de la población es un arte. Especialmente en la sociedad victoriana inglesa del segundo tercio del siglo XIX, inmersa en un proceso industrializador y de crecimiento del capitalismo. Ese fue el arte de Harriet Martineau. Una escritora, socióloga y economista que adquirió notable popularidad al combinar literatura y economía, convirtiéndose en una gran divulgadora del nuevo orden capitalista.
A través de 25 novelas publicadas bajo el título colectivo de Ilustraciones de economía política, Martineau expuso de manera didáctica la doctrina de clásicos como David Ricardo o Adam Smith, si bien también recibió influencias de Thomas Malthus y Jeremy Bentman.
Harriet Martineau (Norwich, 1802 – Ambleside, 1875) nació en el seno de una familia inglesa acomodada, lo que le proporcionó una esmerada educación en filosofía, matemáticas, ciencias sociales, idiomas y otras disciplinas, algo poco común en la época. La muerte de su padre y una quiebra bancaria que les privó de sus ahorros obligaron a la familia a tener que trabajar. Con problemas auditivos desde joven, Harriet tuvo que compatibilizar durante una etapa el bordado de ropa con sus colaboraciones en una revista vinculada a la iglesia unitarista, a la que pertenecía.
Harriet Martineau: una feminista temprana
Gayle Graham Yates, una autoridad en la obra de Martineau, la calificó como “una gigante entre las tempranas feministas”, antes de que se acuñara dicho término. Y es que se convirtió en una pionera defensora de los derechos de la mujer y la igualdad educativa entre niños y niñas. Argumentaba que ambos sexos tendrían iguales capacidades intelectuales si recibieran las mismas oportunidades. Más tarde se posicionaría a favor del voto femenino y contra el matrimonio, por la desigualdad que dicho vínculo otorgaba a las mujeres frente a sus maridos. “Toda mujer debe estar preparada para cuidar de sí misma”, sentenció. Nunca llegó a casarse y rechazó el papel impuesto a la mujer por una sociedad patriarcal.
Tras un viaje a Estados Unidos, se convirtió en una abolicionista de la esclavitud, y apoyó legislar en favor de los menos favorecidos. Defendió la sindicación, mientras justificaba el laissez faire de los economistas más liberales, y sostenía que la huelga perjudicaba a la clase trabajadora.
Ilustraciones de economía política, su gran éxito editorial
Considerada como una de las primeras sociólogas, escribió libros de diferente temática: leyes contra la pobreza, impuestos, la sociedad americana o aspectos morales, entre otras cuestiones. Sin embargo, su fama se disparó a partir de 1832, cuando empezó a publicar la colección bautizada como Ilustraciones de economía política. Fue un auténtico éxito editorial que le sirvió para multiplicar su prestigio y para relacionarse con las élites intelectuales del momento: Darwin y Dickens entre muchos otros. En ese contexto recibió la influencia de Jane Marcet, que acababa de publicar Conversaciones sobre Economía Política, donde exponía con sencillez las leyes de la ciencia económica, pero dirigiéndose a lectores cultos de clases altas.
También visitó África y Oriente Próximo, y sus experiencias quedaron reflejadas en varios libros, así como en más de 1.500 artículos periodísticos. Al caer enferma publicó su Autobiografía, que apareció publicada tras su muerte, en 1876.
Su ficción novelística le permitió introducir teorías económicas y propuestas sobre la cuestión social dirigidas a todos los públicos. La novedad de Martineau reside en que extrajo la economía y su lenguaje fuera del ámbito académico para hacerlos accesibles especialmente a las clases bajas. De este modo, “si tomaban conciencia de la importancia de la potencialidad de crecimiento del capitalismo británico del siglo XIX, colaborarían unidos en el esfuerzo común de la riqueza productiva del país, a la vez que se beneficiarían individualmente como receptores de rentas por sus aportaciones a la producción”, señala Elena Gallego Abaroa, profesora de la Universidad Complutense de Madrid.
La novela, su vehículo para acercar la economía a la población
Martineau iniciaba cada una de las citadas 25 novelas definiendo conceptos básicos de contenido económico. Evitaba así equívocos para los lectores poco instruidos. Después desarrollaba una trama que usaría para explicar, entre otras, las leyes de la producción, el intercambio, la distribución y el consumo de la riqueza. En su colección también analizó los avances tecnológicos y el desarrollo del comercio internacional. Ambos aspectos debían servir, defendía, para el progreso de cualquier nación.
En una de esas novelas Martineau expone de forma clara su pensamiento: “Los intereses de los productores, de los trabajadores y de los capitalistas son los mismos. La prosperidad de todos depende de la acumulación de capital”. Para ella, las invenciones técnicas y el progreso general servirán para mejorar las condiciones de vida de los más pobres. A su vez sugiere que los excesos del capitalismo se deben a “malentendidos”, apelando a que la “mano invisible del mercado” acabará conduciendo a la prosperidad general. Sus críticos, en cambio, le han reprochado que evitara escribir sobre el lado oscuro de la Revolución Industrial.
Algunos autores consideran que Harriet Martineau plasmó una visión utópica del capitalismo industrial sin malestar social. De esta forma se le recrimina, en palabras de otros detractores, “que transformó problemas complejos en fábulas felices”. Todo ello pese a que describió en una de las novelas de Ilustraciones la degradación y el sufrimiento de los pobres, siendo una de las primeras obras de ficción en presentar la lucha industrial. Además, posteriormente, durante las hambrunas de 1850, ayudó a subvencionar y buscar empleos para los parados, promoviendo la creación de comedores sociales y mostrándose a favor del gasto público del Estado, considerándose precursora de las teorías económicas de Keynes.