Una de las esencias del negocio bancario, como ocurre en la mayoría de los negocios, es el conocimiento del cliente. La Central de Información de Riesgos del Banco de España (CIRBE) es una potente herramienta para ello, siempre lo ha sido, pero a partir del próximo enero empezará a ser bastante más conocida porque afectará a muchas más personas.
Si una persona o empresa mantiene, por ejemplo, un préstamo con un banco, la CIRBE facilita a ese banco información agregada sobre todos los otros préstamos y riesgos que dicho cliente tiene en el conjunto del sistema financiero. A día de hoy el límite de riesgo acumulado para recibir dicha información es de 9.000 euros, pero a partir de enero será de 1.000 euros.
Hasta ahora, dado el límite de 9.000 euros, es intuitivo pensar en préstamos. Con un límite de 1.000 euros empezaremos a hablar también de tarjetas de crédito. Seguramente, como consecuencia del cambio, saldrá a la luz el sobreendeudamiento de muchas personas que han acumulado riesgos en tarjetas de crédito y que están viviendo agobiadas por una deuda que no se ven capaces de ir reduciendo.
Si una persona tiene su hipoteca con un banco y el préstamo del coche con otro banco, los dos conocen el endeudamiento de su cliente. Si esta persona acude a una tercera entidad para una nueva operación, esta nueva entidad le va a solicitar autorización para pedir su CIRBE al Banco de España y poder valorar mejor su solvencia y capacidad de pago. Esta autorización normalmente ya viene incluida en el impreso de solicitud del préstamo, es decir, al firmar la solicitud de un préstamo estamos firmando también la autorización para que el banco pueda pedir su CIRBE al Banco de España.
Estamos hablando de bancos pero no solo ellos reciben la información de la CIRBE: todas las entidades financieras que conceden algún tipo de financiación están obligadas a comunicar sus operaciones al Banco de España; a cambio, recibirán desde la CIRBE la información agregada de sus clientes. Pensemos en las empresas emisoras de tarjetas de crédito, o en las sociedades especializadas en conceder préstamos hipotecarios. Son bastantes las entidades que operan en el sistema financiero, no solo bancos.
Por supuesto, los ciudadanos particulares y las empresas pueden acceder a los datos registrados sobre sí mismos. En este caso, cuando es la persona física o empresa la que pide sus propios datos a la CIRBE, recibe una información detallada con todas sus operaciones y las entidades financieras correspondientes. Por ejemplo, esta solicitud puede servir para comprobar la existencia de errores. Estos datos son confidenciales por cuanto solo a los titulares de los créditos la CIRBE les facilita los detalles por cada banco. Es diferente la información que recibe la persona, en este caso, de la que reciben los bancos mensualmente.
Además de suministrar información a las entidades, la CIRBE cumple otras funciones muy importantes, como las relacionadas con la supervisión de las entidades de crédito por parte del Banco de España para garantizar la solvencia del sistema financiero. Es decir, la CIRBE no solo se utiliza de forma individualizada como estamos explicando aquí. La suma de todo el endeudamiento de empresas, familias y administraciones públicas en el conjunto del sistema financiero y su evolución en el tiempo es un conocimiento imprescindible para tomar decisiones de política económica y monetaria tendentes a asegurar la solvencia y la estabilidad del sistema financiero, tanto de forma global como de forma individual para cada una de las entidades. De la misma forma que un banco tiene información de sus clientes, el Banco de España tiene información de los bancos y entidades de crédito sujetos a su supervisión.
Conocer al cliente a través de la CIRBE
El conocimiento del cliente es esencial tanto desde el punto de vista del riesgo como desde el punto de vista del asesoramiento personal. Esa función tradicional de asesoramiento a la hora de invertir los ahorros que siempre ha tenido la banca también se puede obtener si se tiene necesidad de financiación, sobre todo si estamos ante una empresa, dada la amplia variedad de productos financieros que utilizan y la complejidad de sus operaciones.
La información facilitada por la CIRBE incluye desde simples tarjetas hasta operaciones de comercio exterior, pasando por todos los tipos de productos: préstamos, factoring, leasing, confirming, avales, etc. También informa, para cada tipo de producto, de los plazos de las operaciones, moneda, así como de las garantías otorgadas y, en su caso, de las situaciones de morosidad (más de tres meses con algún impago).
Una vez esta información es recibida y procesada por la CIRBE, este organismo emite un informe mensual en el que las entidades pueden ver todas las posiciones de riesgo de sus clientes de forma agrupada, por ejemplo: 60.000 euros en préstamos hipotecarios; 20.000 euros en préstamos personales y 10.000 euros en avales (sin identificar a los bancos).
Las entidades financieras tienen acceso a una información de máxima calidad porque se refiere, prácticamente, al "mes pasado" (se actualiza mensualmente). Si una persona o una empresa ha tenido que hipotecar su casa u oficina, todos los bancos con los que trabaja conocerán este detalle. Si una persona o una empresa no puede atender sus pagos y lleva así tres meses, igualmente todos sus bancos tendrán acceso a esta información. Con estos datos es muy difícil acceder a nueva financiación pues es de sentido común no prestar más dinero a quien no puede devolver lo que ya debe. Pero incluso pensando en "ayudar al cliente" es difícil la concesión de más deuda por lo que ahora se empieza a conocer como "préstamos responsables": hay que cuidar tanto de la solvencia de la entidad prestamista como del prestatario en apuros.
Algunas consideraciones tras la irrupción del Covid-19
Llegado a este punto, es obligatorio abrir un paréntesis. Tras la irrupción del Covid-19 y el colapso de muchas actividades económicas, todos los gobiernos han aprobado medidas de apoyo a las familias, trabajadores y empresas, con establecimiento de moratorias y suspensiones temporales de obligaciones relacionadas con los préstamos. Estas medidas están amparadas por ley y, por tanto, evitan la calificación de morosidad antes mencionada (puesto que no hay impago sino aplazamiento).
Además de estas moratorias se ha concedido nueva financiación a empresas con aval del ICO (Instituto de Crédito Oficial). Volviendo a nuestra CIRBE y su uso, es relevante destacar que una condición para acceder a esta nueva y ventajosa financiación era la de no aparecer en mora en CIRBE en diciembre de 2019. Se pretendía con ello ayudar a empresas que entraban en dificultades a partir del Covid-19 pero que eran solventes con anterioridad. Se intentaba evitar que las denominadas “empresas zombis", aquellas que ya estaban en serias dificultades antes de la crisis, se aprovecharan de unas ayudas extraordinarias destinadas a afrontar una situación extraordinaria.
La CIRBE, por tanto, es una herramienta fundamental para el conocimiento de sus clientes por parte de las entidades financieras. A los prestatarios también les interesa conocer que su banco dispone de toda esa información. Además, como hemos visto, cualquier ciudadano o empresa puede acceder a la CIRBE y comprobar qué datos hay registrados a su nombre. Como suele suceder cuando aprendemos algo nuevo, seguro que a partir de ahora oirán o leerán la palabra "CIRBE" muchas veces. Bastante desconocida para el público en general, es básica en el día a día de la actividad bancaria.