La localización geográfica de España motiva que determinados efectos adversos derivados del cambio climático que se están produciendo a nivel mundial, como la desertización, olas de calor o sequías, se estén dando con mayor precocidad e intensidad que en el resto de Europa y, por tanto, tenga mayor grado de vulnerabilidad. Estas adversidades, evidentemente, tienen un efecto directo y de gran repercusión sobre la naturaleza en general y en particular, sobre la producción alimentaria, sustentada en la agricultura y la ganadería.
Según alertan los científicos, los mayores riesgos provocarán, entre otros, un incremento en número de incendios, períodos de sequía prolongados, inundaciones importantes e incremento de la temperatura.
Estos cambios climatológicos, avalados por la mayoría de expertos en la materia, afectarán de manera directa a la producción alimentaria pues la agricultura y la ganadería verán mermadas sus producciones y contarán con pocas alternativas para minimizar su impacto. Un ejemplo de ello lo tendremos con el efecto de inviernos suaves que adelantarán las floraciones y expondrán a los frutos ante posibles heladas y, por otra parte, el incremento de la temperatura mermará la calidad de la fruta al afectar a su maduración. En cuanto a la ganadería, se incrementará el estrés del ganado provocado por la subida de las temperaturas y las olas de calor, así como, el aumento de la mortalidad.
Sistema de protección en España para la agricultura y la ganadería
España cuenta, desde hace más de cuarenta años, con un sistema de protección y gestión del riesgo para asegurar a los agricultores y ganaderos sus explotaciones y unos ingresos mínimos en caso de siniestro y pérdida de sus producciones a través de los seguros agrarios combinados. Este sistema es gestionado por Agroseguro y cuenta con importantes subvenciones públicas.
Groso modo, este sistema, garantiza un mínimo de producción por parcela o por explotación que es calculado en base a una serie histórica de rendimientos y su coste depende, en gran medida, del riesgo futuro a cubrir.
Si se confirman todos los pronósticos, lo normal será que la serie histórica de rendimientos tienda a ir disminuyendo y con ello el umbral mínimo de rendimientos garantizados, lo que restará atractivo a la contratación del seguro y a los ingresos mínimos garantizados de los agricultores. Y, por otro, a mayor riesgo futuro esperado derivado del cambio climático, el coste del seguro se irá incrementando conforme se vayan confirmando todos los pronósticos hasta ser poco atractiva su contratación. Por lo que el actual sistema de gestión de riesgos del que disponen los agricultores puede estar en peligro si no se buscan nuevas fórmulas de aseguramiento.
La solución a tal circunstancia no es fácil, lo que sí parece claro es que la misma debe partir del esfuerzo tanto público como privado pues lo que está en juego en la producción alimentaria que depende, sin duda, de la agricultura y la ganadería. Los agricultores y ganaderos deben realizar un gran esfuerzo en reducir su contribución al cambio climático con el uso más eficiente de los recursos y la aplicación de técnicas menos agresivas con el medio ambiente, en definitiva, con una gestión más sostenible de sus explotaciones. Y por su parte, la Administración debe fomentar y favorecer tal viraje hacía la sostenibilidad y aumentar su apoyo al mantenimiento del sistema de aseguramiento para determinadas circunstancias especiales acontecidas como consecuencias del cambio climático en determinados cultivos o territorios agrícolas que consiga que éste sea atractivo tanto para unos como para otros.
En 2020, de momento, los números han avalado el sistema de seguros produciéndose cifras récord en capitales y toneladas asegurados, así como, un incremento del número de pólizas contratadas y superficie asegurada y, todo ello, a pesar del incremento del coste de las primas. Pero este nivel puede estar llegando a su punto muerto al estar muy concentrado y localizado en determinados cultivos y zonas geográficas que puede hacer perder el equilibrio del propio sistema.
Subvenciones de seguros agrarios
Para 2021 la Administración Central ha dado un paso adelante incrementando un 15%, hasta los 251 millones de euros, el presupuesto para subvencionar el coste de las primas de los seguros agrarios en zonas con alta siniestralidad, para jóvenes agricultores y producción ecológica. Si será suficiente esta medida el tiempo lo dirá.
Lo que sí es indudable, es que la solución está, en mayor o menor medida, en nuestras manos, todos, gobiernos, empresas y ciudadanos, debemos aportar nuestro granito de arena en mitigar los efectos del cambio climático con nuestro comportamiento y con nuestro consumo para evitar posibles problemas de seguridad y producción alimentaria y, por consiguiente, más pobreza y desigualdad. Es cosa de todos.