Desde hace años, la Economía se encuentra inmersa en un proceso de revisión metodológica, en busca de redefinir su perfil como ciencia social. En la consolidación de nuevos enfoques vienen teniendo una notable influencia los designios del Comité encargado de otorgar cada año el Premio Nobel de Economía. El análisis de problemas sociales de gran relevancia a partir de enfoques empíricos basados en la experimentación ha recibido, en los últimos años, el respaldo de la influyente Real Academia Sueca de Ciencias. Dicho respaldo se prolonga en 2021 con el otorgamiento del prestigioso galardón a David Card, Joshua D. Angrist y Guido W. Imbens, por sus contribuciones en el campo de los experimentos naturales, a través de los que puede obtenerse una valiosa ayuda para afrontar cuestiones importantes para la sociedad.
Un Premio con una sentida ausencia: el recuerdo de A. Krueger
El Premio Nobel de Economía no se concede a título póstumo. Pero, en ocasiones, da la impresión de que, al menos en parte, responde a esa connotación. Algunos de los galardonados han reconocido o han sido conscientes de que, de no haberse producido ciertos luctuosos sucesos, habrían compartido su distinción con significados investigadores ausentes o, incluso, podrían haber quedado huérfanos de ella. Con motivo del fallo del Premio de 2021, es casi inevitable imaginar tal eventualidad, al evocar la figura de un gran economista que aparece como coautor en varias de las obras clave destacadas en la memoria científica justificativa[1]. En marzo de 2019, a la edad de 58 años, Alan Krueger puso fin a su vida, cortando abruptamente una fructífera trayectoria como académico y como servidor público, que le valió ser calificado por The Economist como uno de los pocos economistas que podían “proclamar haber desafiado exitosamente las creencias fundamentales de su campo o haber alterado cómo los gobiernos aplican políticas que afectan a millones de personas”[2].
Estados Unidos: sigue creciendo la factoría de Premios Nobel de Economía
Muy probablemente, los galardonados con el Premio Nobel de Economía 2021, David Card, Joshua D. Angrist y Guido W. Imbens, en este momento tan trascendental en sus vidas académicas, lo hayan recordado al recibir la notificación de la Academia Sueca. Ésta ha efectuado una asignación específica del Premio, atribuyendo “una mitad” al primero, David Card, catedrático de la Universidad de California (Berkeley), nacido en Canadá en 1956, y “la otra mitad conjuntamente” a Joshua D. Angrist (MIT, nacido en Estados Unidos en 1960) y Guido W. Imbens (Universidad de Stanford, nacido en Holanda en 1963)[3].
Los experimentos naturales como instrumentos para la determinación de las causas y los efectos de las actuaciones económicas
La nota de prensa emitida el día 11 de octubre, en la que se señala que “los experimentos naturales ayudan a dar respuesta a importantes cuestiones para la sociedad”[4], destaca las contribuciones empíricas del profesor Card a la Economía del trabajo, área en la que ha estudiado los efectos de los salarios mínimos, la inmigración y la educación. Este académico ha utilizado el marco de los experimentos naturales para desafiar el saber convencional, abriendo la senda para nuevos análisis y perspectivas. A su vez, los profesores Angrist e Imbens han aportado alternativas estadísticas para poder extraer conclusiones precisas sobre las causas y los efectos en los experimentos naturales.
Los físicos o los químicos, científicos incuestionados, se enfrentan con una realidad sumamente compleja pero apta para la experimentación en laboratorios o las modelizaciones matemáticas sin necesidad de recurrir a una batería de hipótesis de comportamiento. La actividad económica, protagonizada por personas que procesan continuamente información dentro de un marco institucional cambiante, no se presta a la aplicación de los mismos métodos. No obstante, ya desde hace décadas la corriente de la Economía experimental viene propugnando el recurso a la experimentación como única alternativa para consolidar el cuerpo de conocimientos de la ciencia económica, frente a modelos abstractos que ignoran atributos esenciales del mundo real[5].
La utilización de experimentos aleatorizados, en los que los investigadores asignan aleatoriamente los individuos participantes a los grupos de tratamiento y de control, tiene aplicación en el campo social, pero de manera limitada, normalmente sin posibilidad de reproducir situaciones correspondientes a programas reales de gran alcance[6]. Sin embargo, en ocasiones surgen en la realidad eventos que guardan similitud con los experimentos aleatorizados. Son los denominados experimentos naturales[7].
El estudio del impacto del salario mínimo: resultados y explicaciones
A principios de los años noventa, Card y Krueger utilizaron un experimento natural para estudiar cómo el aumento del salario mínimo afectaba al empleo. Dado que dicho salario había subido en el estado de New Jersey, tomaron como grupo de tratamiento los restaurantes de comida rápida en dicha jurisdicción, y como grupo de control los de Pennsylvania este, jurisdicción limítrofe donde no se había elevado el salario. En el estudio obtuvieron la conclusión de que la subida del salario mínimo no tuvo un efecto significativo en el empleo[8]. Claro está, suponiendo que también se había controlado que no existía ningún factor diferencial que pudiera explicar lo observado, la conclusión no sólo desafiaba creencias asentadas sino también la misma lógica económica[9]. Los propios Card y Krueger esbozaron posibles explicaciones. El mantenimiento del empleo puede deberse a que las empresas trasladan el incremento de la retribución a los consumidores, que serían, en tal caso, quienes financiarían el coste de la medida. En definitiva, “aunque sería inapropiado concluir que los aumentos en el salario mínimo nunca tienen efectos negativos sobre el empleo, tenemos un entendimiento mucho más profundo, que hace 30 años, de por qué este puede ser o no el caso”[10].
Alternativas estadísticas para la concreción de las relaciones causales
Los experimentos naturales ofrecen una gran oportunidad para estudiar los efectos de políticas públicas (por ejemplo, programas educativos), pero nos encontramos con el problema de que el investigador no tiene un control completo sobre quién recibe el tratamiento. Sólo sabe quién ha participado, pero no sabe por qué. Ante la dificultad de establecer una relación causal entre la participación en el programa y el logro de un objetivo, Angrist e Imbens propusieron un proceso basado en dos etapas: la primera investiga cómo el experimento natural afecta a la probabilidad de participación en el programa; la segunda considera esta probabilidad al evaluar el efecto del programa real[11]. El procedimiento se basa en una sofisticada metodología con un alto componente técnico[12].
La Economía no acapara la exclusividad de las críticas metodológicas. Incluso una disciplina tan prestigiosa como la Estadística ha sido objeto de juicios demoledores: “En los primeros cursos de Estadística se enseña a todo estudiante a repetir el mantra de que la correlación no supone causalidad. ¿Acaso esto no es sentido común? El canto del gallo se correlaciona muy a menudo con el amanecer, pero no lo causa. Por desgracia, la estadística ha convertido la perogrullada en fetiche. Se insiste en que la correlación no supone causalidad, pero no se nos dice qué es la causalidad”[13]. Card, Angrist e Imbens han efectuado importantes contribuciones metodológicas para avanzar decisivamente en el análisis de tales relaciones causales, y evitar la anterior crítica.
Y no es casualidad que se hayan hecho acreedores a la recepción del Premio Nobel de Economía. A pesar de la modestia declarada de Card, que creía que estaba siendo objeto de una broma pesada cuando recibió la llamada del Comité de la Academia Sueca. El profesor de Berkeley piensa que sus contribuciones han sido bastante modestas. Sin embargo, ya advirtió Borges acerca de los riesgos de emitir juicios negativos, en tono distendido, sobre uno mismo. Los demás suelen tomarlos en serio. Ahora cabe celebrar que la decisión de la Academia no se haya ajustado al augurio borgiano.
* Foto de Guido W. Imbens cedida por Andrew Brodhead, Stanford University
[1] The Committee for the Prize in Economic Sciences in Memory of Alfred Nobel, “Answering causal questions using observational data”, The Royal Swedish Academy of Sciences, 11 de octubre de 2021.
[2] The Economist, “Alan Krueger, natural talent”, 23 de marzo de 2019.
[3] La referida asignación es aplicable directamente a la dotación económica establecida, de 10 millones de coronas suecas (unos 980.000 euros).
[4] The Royal Swedish Academy of Sciences, “The Prize in Economic Sciences 2021”, Press Release, 11 de octubre de 2021.
[5] Vid. J. M. Domínguez Martínez, “La enseñanza de la Economía en la Universidad: el reto de su revisión”, eXtoikos, nº 16, 2015.
[6] Puede considerarse que el primer “experimento controlado” fue el protagonizado por el joven Daniel, que pidió que tanto él como otros tres de sus compañeros judíos siguieran una dieta alimenticia distinta a la prescrita por Aspenaz, jefe de los oficiales de la corte del rey Nabucodonosor, mientras que otro grupo seguiría la dieta oficial. Vid. “Sobre correlaciones, casualidades y causalidades”, neotiempovivo.blogspot.com, 2 de abril de 2021.
[7] No obstante, otro laureado con el Premio Nobel, Angus Deaton, se ha mostrado bastante crítico con el uso de los experimentos naturales, y ha cuestionado sus ventajas para la adquisición de conocimiento. Vid. “Instruments of development: randomization in the tropics, and the search for the elusive keys to economic development”, NBER Working Paper, Nº 14690, 2009.
[8] D. Card y A. B. Krueger, “Minimum wages and employment: a case study of the fast-food industry in New Jersey and Pennsylvania”, The American Economic Review, vol. 84, 1994.
[9] El estudio de Card y Krueger ha recibido diversas críticas, como la de D. Neumark y W. Wascher, “Minimum wages and employment: a case study of the fast-food industry in New Jersey and Pennsylvania: comment”, The American Economic Review, vol. 90, 2000.
[10] The Committee for the Prize in Economic Sciences in Memory of Alfred Nobel, “Answering causal questions using observational data”, op. cit., pág. 3.
[11] The Royal Swedish Academy of Sciences, “Natural experiments help answer important questions”, The Prize in Economic Sciences 2021, Popular Science Background, pág. 7.
[12] Tampoco han faltado las críticas, como la de J. J. Heckman y S. Urzua, “Comparing IV with structural models: what simple IV can and can not identify”, NBER Working Paper, Nº 14706, 2009. Imbers replica tanto a Deaton como a Heckman y Urzua en “Better LATE than nothing: some comments on Deaton (2009) and Heckman and Urzua (2009)”, Journal of Economic Literature, 48, junio 2010.
[13] Vid. J. Pearl y D. Mackenzie, “El libro del porqué. La nueva ciencia de la causa y el efecto”, Ediciones de Pasado y Presente, 2020, pág. 15.