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Nuevos tiempos para el comercio mundial

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José Francisco Posé Ruiz

Máster en Economía Aplicada

La crisis está reforzando el cambio de los pesos geopolíticos y las influencias sobre otras geografías de las principales potencias, lo que va a tener consecuencias en el comercio futuro

19 Nov 2020

9 Min de lectura

Ya antes de que se calificase de pandemia global la expansión del virus causante de la COVID-19, el orden comercial mundial había iniciado una etapa de cierto reajuste. Los flujos comerciales transfronterizos se venían ralentizando desde varios meses antes del comienzo de 2020, en buena medida por la confluencia de determinados factores que, más allá del efecto temporal, estaban provocando cambios más perdurables, tanto que podría llegar a entenderse que darían lugar a un nuevo orden económico global.

 

Durante gran parte de la segunda mitad del siglo XX, el comercio mundial había sido un motor del crecimiento económico. En un contexto general favorable a la reducción constante de barreras y aranceles y a la formalización de acuerdos y pactos multilaterales de libre intercambio de bienes, el comercio internacional se expandió durante esos años tres veces más rápido que el PIB mundial. Sin embargo, en la segunda década del siglo XXI,  el crecimiento del comercio se acompasó al propio del PIB. Entre otras, por estas razones bien conocidas: Estados Unidos inicia una revisión de sus tratados y de las relaciones comerciales con otros países, en especial, con China, que de forma paulatina había ido aumentando cuota de participación en el comercio internacional. Se inicia una espiral contagiosa de subida de aranceles y constitución de diversos tipos de barreras, inmediatamente replicadas por todas las partes intervinientes; en paralelo, se produce, también auspiciado por USA, un progresivo recelo hacia el papel de las organizaciones multilaterales que habían actuado como impulsoras del libre comercio y, en un clima de desconfianza, se toman decisiones de retirada de recursos y capacidades. En el Reino Unido se convoca un referéndum en el que gana la opción de abandonar la UE y surgen movimientos populista-nacionalistas contrarios a la globalización y parte de cuyas demandas es recogida con diversas variantes por muchos gobiernos.

 

En este panorama poco favorable para el comercio mundial, la crisis de la COVID-19 le ha supuesto un nuevo golpe del que es probable que se deriven efectos duraderos y estructurales. Ya antes de que la mayoría de los países adoptaran medidas restrictivas de la movilidad y paralizaran en mayor o menor grado la actividad de muchas empresas, el cierre de las fábricas de la región en que tuvo su origen el virus, y que es una de las principales zonas de producción de China, que tan relevante peso tiene en el comercio mundial, lastró significativamente los intercambios comerciales internacionales. A medida que las naciones entraban en una etapa de fuerte caída de la actividad interna, las medidas adoptadas para intentar controlar la propagación del virus (como cierres de fábricas, controles de entrada en puertos y aeropuertos, prohibiciones a la exportación de ciertos productos, en especial los médicos o algunos agroalimentarios…) provocaron el hundimiento del comercio.

 

Sobre la evolución de la pandemia y el logro de un tratamiento preventivo o reactivo eficaz existen aún muchas incertidumbres. Con independencia de cuando se recuperen los volúmenes de intercambio global de bienes y servicios, parece probable que el desarrollo del comercio internacional se ajustará durante los próximos años a nuevos patrones de actuación. Algunas de estas líneas ya se encontraban en desarrollo y entrañaban cambios que más pronto que tarde se tendrían que producir, si bien la situación provocada por el virus ha intensificado y acelerado su puesta en marcha.

 

Efectos de la crisis del COVID-19 en el comercio mundial

 

La crisis del COVID-19  ha reforzado la tendencia hacia políticas proteccionistas: en el segundo trimestre del año más de 80 países habían impuesto prohibiciones a la exportación de cierto tipo de productos, especialmente de dispositivos médicos, componentes técnicos y equipos de protección personal (paradójicamente, y en sentido contrario, acuciados por la necesidad, muchos países flexibilizaron los controles de entrada de estos productos, lo que propició que se distribuyera material de ínfima calidad e inservibles para la finalidad que se buscaba). En algunos ámbitos económicos, incluso, se llegó a prohibir la exportación de ciertos productos agrícolas básicos.

 

La crisis está reforzando el cambio de los pesos geopolíticos y las influencias sobre otras geografías de las principales potencias, lo que va a tener consecuencias en el comercio futuro. China, que se encuentra ya en  curso de recuperar plenamente la actividad productiva, seguirá siendo uno de los actores principales del comercio mundial, pero ha empeorado su relación con los Estados Unidos y buena parte de los países occidentales. No obstante, gracias a la concesión de facilidades para la compra de material sanitario y equipos técnicos o el compromiso de suministro de las vacunas que están en fase de prueba, está reforzando sus vínculos políticos y comerciales con determinados países de otras áreas económicas.

 

Como consecuencia de la escasez sufrida, es probable que los gobiernos den mayor valor estratégico a la producción de determinados bienes, como equipos médicos y material sanitario, o servicios, como los asociados a la logística, por lo que, para evitar futuras crisis de suministro, favorecerán la producción nacional. Asimismo, fomentarán la relocalización de determinadas industrias y procesos, con el objeto de que en una situación de crisis no se dependa de los suministros producidos en un lugar lejano sobre el que no pueden ejercer ningún control.

 

La transformación digital: una nueva realidad

 

Un proceso ya iniciado y que en la actual situación se ha revelado como crucial es el de la transformación digital y el despliegue de soluciones automatizadas. La crisis está acelerando los planes de desarrollo tecnológico no solo de las empresas que exportan o compran sino, muy especialmente, los de los diferentes agentes que actúan a lo largo de toda la cadena de suministro. Iniciativas ya en fase de prueba van a permitir mejorar la gestión de la carga y descarga y el almacenaje, reducir considerablemente los tiempos de transporte, agilizar los controles aduaneros o técnicos… lo que va a suponer un ahorro significativo de costes. Probablemente, habrá un incremento de la compraventa internacional de servicios y de soluciones de valor agregado a través de plataformas digitales en detrimento del intercambio de mercancías: la más efectiva utilización de aplicaciones ligadas a un desarrollo más avanzado de soluciones digitales, como el Iot y la impresión 3D, va a suponer un incremento de los intercambios de servicios evitando que tenga que hacerse la expedición física de los bienes.

 

Es pronto para saber qué alcance tendrá, algo que dependerá igualmente de la duración de la crisis sanitaria, pero puede dar una idea de la situación actual del tejido empresarial. La pandemia de la COVID-19 ha tenido, como señala la OMC en su informe de septiembre, un efecto devastador sobre la compraventa de determinados tipos de mercancías, en tanto ha fomentado la de otros. Por ejemplo, el comercio de productos minerales, combustibles o automóviles ha alcanzado decrementos nunca vistos, en tanto el de productos agropecuarios, el médico-sanitario o el de equipos de telecomunicaciones se ha incrementado o ha experimentado poca disminución sobre el nivel anterior a la crisis. 

 

Del lado de las empresas, durante la pandemia se ha puesto de manifiesto el riesgo de concentrar demasiada producción o sus principales fuentes de abastecimiento en sitios lejanos solo por razón de los bajos costes. Esto les hará replantearse la necesidad de diversificar sus compras, contando con más proveedores y más cercanos, ubicados al menos en zonas económicas comunes, así como reflexionar sobre una más eficiente gestión de sus inventarios para evitar problemas de suministro. Si a ello le unimos la confirmación de subidas de aranceles, la constitución de barreras aduaneras y las diversas restricciones que, al menos temporalmente, existen, se podrá observar un cambio en las cadenas de suministro que en muchos casos serán estrictamente locales o regionales. Y, paralelamente, y a pesar de que la crisis ha afectado a todos los mercados, por parte de las empresas exportadoras se ha revelado como una debilidad contar con poca diversificación de destinos para la venta de sus productos. Esto ha sido especialmente notorio en el caso de las empresas españolas, por lo que es factible pensar que cuando se inicie la recuperación del comercio global, las empresas intensifiquen su actividad con el fin de poder ampliar el número de países en los que venden.

 

Por lo mismo, es probable que determinadas empresas repatríen parte de la producción que llevaron al exterior en el pasado al no compensarles el ahorro de costes los eventuales perjuicios de dicha deslocalización (proceso que se va a ver favorecido por los propios gobiernos pero también por las exigencias de sujetar su actividad a unas reglas de producción más sostenible y mayor respeto al medio ambiente).

 

Ha cambiado la forma en que se relacionan las partes en una transacción internacional. Aunque pueda parecer un asunto aparentemente menor el comercio internacional se ha venido desarrollando ligado en buena medida al contacto físico entre las partes (prospecciones comerciales, encuentros, ferias…). En la actual situación, con una drástica reducción de los modos de relación tradicionales, las empresas, para llegar a acuerdos con sus posibles compradores o vendedores, deben buscar otros modos de aproximación y contacto, dando prevalencia al uso de medios telemáticos.

 

Se observa igualmente una tendencia más acusada hacia la colaboración o la concentración de los diversos operadores que intervienen en el circuito de los intercambios internacionales de bienes. Si ya el comercio internacional estaba dominado por grandes actores, la dimensión va a constituir un elemento clave en la nueva situación. Grandes operadores logísticos se encuentran en negociaciones para llegar a acuerdos de colaboración sin excluir la posibilidad de formalizar algún tipo de fusión de sus negocios.

 

Todos estos efectos interaccionan entre sí. Algunos pueden actuar como promotores de la recuperación y crecimiento del comercio internacional (tecnologías disruptivas, procesos de colaboración, automatización…) en tanto otros pueden claramente ponerle trabas (proteccionismo, aranceles, disputas políticas, guerras comerciales…) pero parece que no cabe duda de que en comercio internacional, como dice la canción, nada volverá a ser como antes. Será distinto pero, a buen seguro, recuperará en unos años los niveles de no hace tanto y será un sector de actividad fundamental para las empresas más competitivas y mejor adaptadas.  

 

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