La digitalización de la sociedad, sumado al cada vez mayor uso de las nuevas tecnologías, está transformando el modo de relacionarnos con los demás, y también las formas de pagar. No es descabellado pensar, en este sentido, en la creación de una alternativa digital de pago, que ofrezca –por supuesto- todas las garantías de seguridad y que, a su vez, permita a los ciudadanos realizar sus pagos diarios de manera rápida y sencilla.
Bajo este paradigma nace el proyecto del euro digital, en la actualidad en fase de revisión por parte del Eurosistema, que está analizando su idoneidad con el fin de estar preparado para su lanzamiento en caso de que se considere oportuna su emisión. Para ello, se ha creado un grupo de trabajo -en el que participan expertos del BCE y de los 19 bancos centrales nacionales de la zona euro- que está estudiando cuáles serían las ventajas y los inconvenientes de este medio de pago.
La propuesta se encuentra en fase preparatoria y a mediados de este año se decidirá si entra en la fase de investigación.
El euro digital, complementario al dinero en efectivo
Para entender qué supondría el lanzamiento del euro digital, lo primero que hay que aclarar es que no se trataría de una nueva divisa y que, evidentemente, no vendría a sustituir al dinero en efectivo, sino que lo complementaría. En resumen, se trataría de ofrecer a los ciudadanos dos formas diferentes de dinero del banco central, al tiempo que se promueven soluciones innovadoras de pago.
Un euro digital sería –en definitiva- una forma electrónica de dinero de banco central, que podrán utilizar todos los ciudadanos para realizar sus pagos, pero con la peculiaridad de que sería en formato digital.
Ahora bien, desde el BCE se advierte de que la emisión del euro digital podría provocar “efectos no deseados en la estabilidad del sistema financiero”, de ahí su riguroso análisis. Al mismo tiempo, que se identifican y evalúan todos los riesgos asociados a su emisión, se ha resuelto iniciar pruebas que permitirán conocer las opciones tecnológicas, que además de ser viables, deberán ser “coherentes con los principios y objetivos del Eurosistema y con las necesidades y demandas de los usuarios y la industria”.
De hecho, a día de hoy el reto no es tanto lanzar el euro digital sino crear un entorno favorable para ello, en caso de que finalmente se dé el visto bueno a su emisión. El horizonte para que el euro digital se convierta en una realidad podría estar en los próximos cuatro años, según desveló recientemente la presidenta del BCE, Christine Lagarde.
Resultados de la encuesta sobre el euro digital
En este sentido, hace unos días se presentaban los resultados de una encuesta realizada a los ciudadanos comunitarios sobre el lanzamiento del euro digital en los próximos años. Los resultados son reveladores, ya que indican su aceptación por parte de la ciudadanía general. No obstante, aunque la mayoría de los encuestados ve con buenos ojos la iniciativa, muestra su preocupación por su privacidad.
En este contexto, el 43% de los encuestados manifestó su deseo de que el euro digital fuese privado, mientras que un 18% apoyó su emisión siempre que cumpliera unos requisitos de seguridad. En tercer lugar, manifestaron su deseo de que se pudiera usar para realizar pagos en toda la zona euro (11%), que sea gratuito (9%) y tenga usabilidad off line (8%).
En palabras de Fabio Panetta, miembro del Comité Ejecutivo del BCE y presidente del grupo de trabajo que estudia el euro digital, esta iniciativa “respaldaría el avance de Europa hacia la innovación continua y contribuiría a su soberanía financiera y a reforzar el papel internacional del euro”.
A falta de decidir aún su emisión, de aprobarse su lanzamiento, el euro digital se sumará a la moneda en efectivo –el euro- permitiendo a la ciudadanía realizar cualquier tipo de transacción de forma universal.
