El crecimiento mundial se ha mantenido estable en 2024 y la inflación ha seguido descendiendo hacia los objetivos de los bancos centrales. Todo apunta a que la economía crecerá en 2025 a un ritmo similar, aunque con significativas diferencias entre regiones y países. No obstante, la incertidumbre continúa siendo elevada.
Crecimiento estable de la economía mundial
Según el último informe de la OCDE, el crecimiento de la economía mundial en 2024 ha sido del 3,2%, similar al del año anterior y algo superior a lo previsto a principios de año. Este aumento se habría sustentado en la recuperación del comercio mundial, la mejora de los ingresos reales y una política monetaria menos restrictiva en muchas economías, manteniéndose los servicios como principal motor del crecimiento.
Por áreas, la zona euro muestra signos de debilidad, en comparación con EE.UU., donde la actividad ha sorprendido al alza en los últimos meses, y China, donde el ajuste del sector inmobiliario y la atonía de la demanda interna han sido contrarrestados por el despliegue de medidas de estímulo por parte de las autoridades.
Para 2025, se prevé que la economía mundial crezca a un ritmo similar, del 3,3%, una tasa que continúa siendo relativamente moderada desde una perspectiva histórica. Se anticipa una ligera desaceleración en EE.UU. y China, hasta el 2,4% y 4,7%, respectivamente, y una aceleración del crecimiento de la zona del euro.
Esta recuperación en la eurozona se basaría principalmente en el incremento de los ingresos reales, que impulsaría el consumo de los hogares, y en el crecimiento de la inversión empresarial, favorecida por unas condiciones de financiación más favorables. Además, la desaparición gradual de los efectos de la política monetaria restrictiva favorecería un repunte de la demanda interna.
Débil avance de la zona euro
No obstante, los expertos del Eurosistema prevén ahora una recuperación de la zona euro algo más lenta de lo proyectado hace unos meses, estimándose un crecimiento para 2025 del 1,1%. En este sentido, los últimos datos disponibles apuntan a un freno en la actividad, que se recuperaría en los próximos trimestres.
Por su parte, el proceso de desinflación continúa avanzando, en parte por los menores precios de la energía, estimándose, según las proyecciones del Banco Central Europeo, una inflación general y subyacente (excluidos energía y alimentos) algo superior al 2% en 2025, sugiriendo la mayoría de los indicadores que la inflación se estabilizará de forma sostenida en torno al objetivo del 2% a medio plazo. En este contexto, la autoridad monetaria europea decidió bajar los tipos de interés el pasado mes de diciembre por cuarta vez en 2024, situando la tasa de referencia en el 3%, desde el 4% de un año antes.
Mayor crecimiento de lo esperado de la economía española
A falta de conocer los datos del cuarto trimestre de 2024, todo apunta a que el crecimiento del PIB en el conjunto del año podría situarse en torno algo por encima del 3%, una tasa alrededor de un punto superior a lo que se anticipaba en los primeros meses del año y superior al crecimiento en el conjunto de la zona euro (inferior al 1%). Esta revisión se produce a pesar de que la DANA, que ha afectado especialmente a Valencia, podría haber restado entre una y dos décimas de crecimiento al PIB del cuarto trimestre, según estimaciones del Banco de España.
El crecimiento en 2024 se ha apoyado principalmente en la demanda interna, sobre todo en el consumo privado, pero también público. En menor medida, el sector exterior ha supuesto igualmente una contribución positiva, por el mayor crecimiento de las exportaciones, especialmente de servicios -turísticos y no turísticos-. Por el lado de la oferta, el crecimiento se ha sustentado, sobre todo, en el sector servicios.
La demanda interna sostendrá el crecimiento en 2025
Las últimas proyecciones del Banco de España apuntan a un crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) en 2025 del 2,5%, tres décimas superior a lo estimado tres meses antes, debido, en parte, al mayor dinamismo observado durante la segunda mitad de 2024, que acarrea un efecto arrastre positivo sobre la tasa media de crecimiento. Al mismo tiempo, se prevé que la inflación continúe moderándose, situándose en el entorno del 2%.
El crecimiento del PIB se sustentará en el dinamismo de la demanda interna, particularmente en el consumo privado, apoyado por la evolución favorable de la renta disponible y el empleo. Por otro lado, la inversión podría registrar un mayor dinamismo, debido al impacto de los fondos europeos Next Generation EU y las mejores condiciones de financiación, mientras, por el contrario, el consumo público podría moderar su aportación al crecimiento. Asimismo, la contribución de la demanda exterior neta podría ser prácticamente nula, dada la desaceleración del turismo internacional y el mayor crecimiento de las importaciones.
La economía española seguirá creando empleo en 2025, aunque a menor ritmo que en los últimos trimestres y por debajo de la tasa de crecimiento prevista para el PIB, de forma que aumentaría la productividad.
Precisamente, la mejora de esta variable continúa siendo uno de los retos de la economía española.
Al mismo tiempo, la tasa de paro continuará reduciéndose hasta situarse en el promedio del año en torno al 11%, una tasa que continúa siendo superior a la prevista para el conjunto de la eurozona (6,5%) y que se encuentra condicionada por la evolución de la población activa.
Las tensiones comerciales y geopolíticas podrían lastrar el crecimiento
Los riesgos en torno a estas proyecciones de crecimiento se orientan a la baja. A nivel global, un aumento de las tensiones comerciales y avances hacia el proteccionismo (posibles aranceles de EE.UU.) podrían afectar a las cadenas de suministro, elevar los precios de consumo y afectar negativamente al crecimiento. Por otra parte, un agravamiento de los conflictos bélicos en Ucrania y Oriente Medio impactaría en el comercio y los mercados energéticos, con el consiguiente riesgo de subidas de precios.
Además, en el ámbito interno, estas previsiones pueden variar si el ritmo de descenso de la inflación fuese menor de lo esperado o la inversión empresarial mostrase un menor dinamismo de lo previsto, como señala el Banco de España en su último informe. Asimismo, las proyecciones pueden verse afectadas por los compromisos en materia fiscal y una mayor reducción del gasto público de lo previsto.
Pese a estos riesgos, todo apunta a que en 2025 proseguirá la senda de crecimiento del PIB y la creación de empleo.