Examinar, aunque sea de forma sintética, cómo ha evolucionado la economía española en los últimos 50 años es reflexionar, desde la óptica económica pero también social, sobre cómo éramos, dónde hemos llegado y qué hemos hecho para conseguirlo.
El PIB como principal indicador de lo que ha pasado
Si hay un indicador mayoritariamente aceptado para medir o comparar la evolución de una economía, ese es el PIB, aunque con detractores, como medida del bienestar o progreso de las naciones. En los últimos 50 años, el PIB real español se ha multiplicado por 3,9 (a precios de 2010), aunque en términos per cápita (en torno a 25.002 euros en 2018) representa unas 2,8 veces más que hace 50 años.
Resulta evidente que en este tiempo nuestra riqueza ha mejorado tanto a nivel agregado como desde la óptica individual. La cuestión es si lo hemos hecho mejor, igual o peor que nuestro entorno. Utilizando a Alemania como referencia, se constata que en 1970 nuestro PIB per cápita representaba el 69,0% del alemán, mientras que en la actualidad la ratio permanece igual, aunque en su mejor momento (año 2007) se situó en el 77,6%.
Mercado de trabajo, empleo y salarios
Uno de los aspectos que más llama la atención en esta perspectiva histórica es la trayectoria del mercado de trabajo y de la población. En concreto, hace cinco décadas la población en edad de trabajar representaba el 61,2% del total y en la actualidad el 64,8%, mientras que la tasa de actividad (medida respecto a la población en edad de trabajar) ha pasado del 63,1% al 77,2%, es decir frente a un aumento de 3,6 puntos del peso de la población entre 16 y 65 años, los activos han aumentado en 13,9 puntos.
Peor trayectoria ha tenido, sin duda, el desempleo. Los casi 3,5 millones de parados actuales representan el 14,9% de los activos, indudablemente muy lejos del 0,8% que se registraba en 1969. En cualquier caso, afortunadamente, nos encontramos 10 puntos por debajo del máximo histórico alcanzado en 2013.
También ha sido favorable la evolución de los salarios medios que, en este período, se han multiplicado por 1,8 (en términos reales), si bien es cierto que han crecido a menor ritmo que el PIB. A pesar de ello, la parte de la riqueza nacional que corresponde a los asalariados se ha mantenido prácticamente constante en los últimos 50 años, cifrándose en torno al 47% del PIB, sin menoscabo de que en algunos ejercicios haya rondado el 52%.
Cambios en la estructura productiva
Si atendemos a los cambios que se han producido en la estructura productiva la conclusión sería que España ha pasado de ser una economía con un marcado carácter agroindustrial a una economía de servicios.
En concreto, el sector agrario representa actualmente el 2,9% del Valor Añadido Bruto (VAB) nacional, de tal modo que ha perdido 9,8 puntos de peso en la economía española desde finales de los sesenta. La misma tendencia ha registrado la industria, que pierde 13,5 puntos de peso y representa el 17,7% del VAB. En contraposición, el sector servicios ha pasado de representar el 47,1% del VAB al 72,9%, un aumento de 25,8 puntos porcentuales en su contribución a la economía española.
Algunos hitos relevantes
En estas cinco décadas se ha observado un notable crecimiento del PIB real y, también, aunque más moderados, del PIB per cápita, de la ocupación y de los salarios medios. Pero esta trayectoria ha tenido diferentes intensidades como consecuencia de hechos o acontecimientos que han condicionado la marcha de la economía española en estos 50 años, a veces a favor y otras en contra.
A modo de breve recordatorio se pueden destacar en este período (1969-2018): la crisis del petróleo (1973); la llegada de la democracia (Referéndum de 1976); la entrada en la CEE (hoy UE) en 1986; la puesta en marcha de la Zona Euro en 1999; y la crisis del Euro que se inicia en 2010.