La transformación digital de la sociedad está revolucionando la manera en la que consumimos todo tipo de productos y servicios. El cliente no sólo lo quiere todo aquí, ahora, sencillo y barato... además, y debido a la constante aparición de nuevas ofertas, cambia de parecer cada poco tiempo.
Esta realidad presenta un reto complejo a los equipos de trabajo de las empresas que, para poder seguir siendo competitivos, deben aprender a adaptarse rápida y continuamente a la nueva realidad de los clientes; dotándose de las capacidades necesarias (humanas y materiales) para reaccionar, colocando nuevos productos en el mercado o mejorando los que ya tienen.
Alguien podía pensar: nada nuevo, como siempre. Pero no, hay una nueva variable en la situación. El problema está en la velocidad actual con la que la tecnología propone nuevas herramientas y soluciones y la escalabilidad de una economía digital y global que permite a pequeñas startups –ágiles por tamaño y definición- ofrecer servicios a mercados enormes a los que antes no tenía acceso; proponiendo nuevos modelos de negocio y quedándose, en unos tiempos muy cortos, con cuotas importantes del mercado en todo tipo de sectores.
En este entorno y, además, por supuesto, del talento profesional de cada trabajador y la propia cultura de la empresa, para poder implementar estas nuevas formas de trabajo, toma ahora especial relevancia el componente humano y los valores que individualmente aportamos en nuestro día a día, enfrentándonos a estos entornos tan exigentes y cambiantes.
Estas capacidades individuales no son sencillas de conseguir. Requieren, a menudo, un trabajo profundo de años, donde la educación, las experiencias y el trabajo personal juegan un papel fundamental.
¿Qué están esperando en tu nueva empresa?
1. Trabajo en equipo. En vez de trabajar en silos de conocimiento, donde cada departamento es especialista en algo y los proyectos van pasando de un departamento a otro para que cada uno de ellos haga su parte, las empresas están apostando por modelos de trabajo colaborativos, mediante la creación de equipos multidisciplinares, donde el producto o servicio está en el centro y cada miembro del equipo aporta no sólo su experiencia técnica, sino las capacidades propias de su enfoque y personalidad para conseguir un resultado mejor.
Este modelo aporta una riqueza muy importante en cuanto a soluciones y puntos de vista, pero también necesita realizar cambios en los miembros del equipo, demandando más capacidad de escucha y comunicación, provocando negociaciones hacia soluciones conjuntas y cuidando también la optimización del propio funcionamiento del equipo para conseguir mejores resultados. Para ayudar en este proceso, están incorporándose perfiles de mediadores que facilitan este cambio de enfoque y trabajan directamente este aspecto con los equipos.
2. Empatía y comunicación. Estas necesidades de trabajo en equipo y negociación continua requieren, obviamente, miembros de equipos que puedan entender la postura del compañero y comprendan el razonamiento contrario para buscar soluciones conjuntas. Personas que promuevan la importancia de escuchar las opiniones ajenas para entender el contexto y la complejidad del problema; que consigan comunicar una idea de manera concreta, simple y directa.
Comunicar y aceptar críticas constructivas desarrollará tu resiliencia mejorando la gestión de los errores y tu capacidad de aprendizaje, dotándote de nuevos superpoderes en estas situaciones.
Además, y desde otro punto de vista, esta empatía nos servirá también para comprender mejor a nuestro cliente, colocarlo en el centro de nuestro proyecto y preguntarnos continuamente cómo se sentirá con esta nueva característica de mi producto, qué valor concreto estamos aportándole, etc.
3. Formación continua y reciclaje. El mundo actual, sumado a la increíble velocidad de desarrollo de la tecnología actual, nos obliga a estar en continuo reciclaje y formación. No sólo tenemos que ser buenos en lo que hacemos, debemos estar muy atentos a las necesidades y tendencias del mercado para ir ampliando nuestra formación constantemente a lo largo de nuestra vida, evolucionando continuamente hacia perfiles más multidisciplinares, que pueden aportar en diferentes fases y ámbitos del proyecto.
4. Innovación y mejora continua. La mejor manera de reaccionar ante un cliente tan complejo es probar ideas. Esta práctica es cada vez más común en todo tipo de empresas, que buscan poner un prototipo en marcha de la manera más rápida y económica posible.
El proceso es sencillo: lanzas el producto más sencillo posible (Mínimo Producto Viable) para aportar valor a tu cliente (la mayoría de las veces en un entorno pequeño y controlado de clientes), recoges el resultado y los comentarios de estos, aprendes, rediseñas tu propuesta y vuelves a lanzar. Repites este ciclo hasta que tu resultado sea satisfactorio y entonces, lo escalas.
La optimización y la mejora continua no son una característica única de productos o servicios. Esta filosofía aplica también a tu propio día a día, a tu equipo, a tus relaciones con los compañeros, a tu gestión del tiempo, tu desempeño, etc.
5. Creatividad. Según el último estudio del Gobierno de Cataluña de noviembre de 2019, en la comunidad catalana se automatizarán en los próximos años el 35% de los empleos. Este dato es extrapolable al resto del país; apoyado por el desarrollo actual de la robotización y la inteligencia artificial.
En este contexto, hay algo que los humanos podemos aportar y las maquinas no: la creatividad.
Las empresas necesitarán, cada día más, empleados creativos e innovadores que no sólo se dediquen a seguir un patrón establecido, si no que aporten constantemente ideas para crear nuevos productos, servicios, líneas de negocio, etc. Esta creatividad no es un atributo exclusivamente genético de las personas, la creatividad se puede mejorar. Continuamente aparecen, al alcance de los equipos, todo tipo de herramientas y técnicas que cultivan esta capacidad y la incorporan a la cultura de los equipos e individuos.
Por otro lado, las empresas están comenzando a flexibilizar sus modelos de toma de decisión, empoderando cada vez más a sus empleados, abriendo canales de comunicación para esas opiniones fluyan y creando espacios físicos de trabajo que promuevan la creatividad y el trabajo en equipo.
6. Proactividad y liderazgo. Internet y las nuevas herramientas de trabajo colaborativo online están transformando nuestro puesto de trabajo. Ahora nos ofrecen alojamiento en nube, permitiendo acceder a nuestros archivos durante las 24 horas desde cualquier sitio, nos permiten conectar por videoconferencia instantánea con cualquier compañero sin tener que montar reuniones presenciales, coeditar documentos junto a un compañero desde distintas oficinas, etc.
Las nuevas metodologías de trabajo que muchas empresas están adoptando, promueven la creación de equipos multidisciplinares y autogestionados, y necesitan de miembros que avancen sin la necesidad constante de un jefe que les indique qué deben ir haciendo. Para ello, las empresas buscan personas que propongan y desarrollen tareas de manera autónoma y proactiva.
¿Estamos formando a nuestros estudiantes en las necesidades de estos perfiles?
Este tipo de habilidades requieren de un trabajo transversal, complejo y continuo. Son valores muy asociados a la educación, tanto formal como de la propia persona en su entorno familiar.
La orientación hacia proyectos, las habilidades de trabajo en equipo, la gestión de los éxitos y fracasos, la capacidad de hablar en público y debatir ideas, la creatividad... son habilidades personales que deben trabajarse transversalmente en cada una de las asignaturas y desarrollos curriculares, así como en el resto de actividades que nuestros jóvenes realizan tanto en familia como en su tiempo libre.
Es fundamental ser consciente de estas realidades para fomentar, entre todos, modelos acordes con las necesidades que se van a encontrar los jóvenes en su futura sociedad.
¿Y tú?¿crees que nos estamos preparando para ello?