El big data o inteligencia de datos ha irrumpido en nuestras vidas mejorando nuestro día a día. Pero, ¿qué significa este concepto? Si por inteligencia entendemos la capacidad de resolver situaciones para alcanzar una meta con éxito, y si para tal menester necesitamos generar la información necesaria y adecuada para hallar el conocimiento que permita lograr esa meta, la clave está en los datos y en el tratamiento de estos.
Si disponemos de datos de valor y variados, que proporcionen lo más rápida y objetivamente posible la información para resolver un problema planteado, estaremos capacitados para conseguir la meta deseada.
Por tanto, en cualquier ámbito de la vida, es preciso tener datos así como el mecanismo de tratamiento de estos que nos dé la información necesaria para poner solución a un reto que se nos plantea.
Pongamos un ejemplo ilustrativo: a diario, en un cruce de vías regulado por un semáforo, podríamos encontrar la llamada inteligencia de los datos.
Lo convencional es tener pocos datos y aunque de valor, nada variados. En cualquier momento puede llegar un transeúnte por una de las vías al cruce y, para evitar la colisión con otro de otra vía, solo existe ceder el paso alternativamente.
Esas vías podrían coincidir en el nudo con un tráfico desequilibrado, según el cual, una de ellas cuente con cuatro veces más transeúntes que la otra a la que se enfrenta. También, al azar, por cualquiera de las vías de nuestro cruce, un evento podría impulsar una urgencia reconocida a uno de los transeúntes, dándole la mayor importancia del conjunto para atravesar el cruce.
Cabría la posibilidad, con el tiempo, que se determinara que el tránsito a cierta velocidad de unos y de otros transeúntes de las vías, permitiera la concurrencia del paso gracias a la falta de sintonía al atravesar el cruce.
Todos estos datos: densidad del tráfico, prioridad de unos frente a otros, frecuencia y sincronía de paso, etc., escrutados de forma masiva y velozmente, con métodos computacionales como la gestión del conocimiento (Knowledge Management), el aprendizaje automático (Machine Learning) y tecnologías como las ANN, (Artificial Neural Network), gracias a sistemas informáticos de gran poder de cómputo y escasa latencia, permitirían resolver con eficacia el problema del cruce.
Cómo implementar el big data en nuestro entorno
Estamos ante un gran desafío para implementar esta tecnología en nuestros entornos, recoger y registrar los datos, establecer protocolos de uso e impulsar una nueva cultura de comportamiento. Pero, a la vez, resulta muy motivador, ya que además de ser una gran oportunidad de mejorar el tráfico; el resultado sería muy positivo para nuestra vida cotidiana: Imaginad, ¡qué satisfacción sería llegar a un cruce y que siempre estuviese abierto!
El procesamiento de datos masivos con mecanismos objetivos de computación debe estar también implementado en ámbitos de nuestra vida que, a priori, podrían suponernos temores o suspicacias. El acto común de acudir a resolver una gestión a un servicio público o privado, podría ser nuestro particular cruce.
Solo contando con saber que en cualquier momento alguien demandante de algún servicio puede llegar, no deja lugar a una respuesta muy variada, quizá solo el establecer una configuración espacial para crear colas. ¡Tediosas colas!
No todos los demandantes del servicio buscan el mismo tipo de gestión, ni tampoco los que sirven están destinados a satisfacer cualquier servicio. Hay gestiones que no precisan trámites en el momento, y las hay que no son forzosamente presenciales. Existe un coste en la oportunidad de acudir a resolver una gestión, tanto para quien va, como para quien presta el servicio.
En este sentido, la inteligencia de los datos posibilitaría una relación más eficaz entre el demandante del servicio y el gestor, ayudando a éste a conocer mejor a sus clientes actuales y potenciales, teniendo datos de ellos que procesados con el objetivo de mejorar la vida de las personas y hacer más competente el servicio, hallarían la forma de reducir el coste de la oportunidad, como en nuestro cruce.
No hace falta comprometer a los demandantes de los servicios en sus legítimos derechos, guardando licitud, lealtad y transparencia (artículo 5 del RGPD), pero sí adaptarse a un nuevo paradigma de relación por el cual, sabiendo qué necesita el cliente se podría averiguar cuál es el canal más apropiado para atenderlo, qué quiere y cuándo lo quiere.
Como hemos visto, el big data penetrará con más fuerza en el día a día de empresas y consumidores. El uso de estos datos, en tiempo real, permitirá actuar con más inmediatez, convirtiéndose en un elemento cada vez más importante en la toma de decisiones.